La actual época chilena se parece al fin de la dictadura de Francisco Franco en España. Fin definitivo de una era. Y si estamos en los finales de la dictadura de Francisco Franco, Daniel Jadue, un político dinámico y convincente, se parece a Santiago Carrillo, el líder del Partido Comunista Español, el defensor de Eurocomunismo. El señor Carrillo creía que su comunismo era una profundización de la democracia y de la seguridad social española. Eso se parecía a la socialdemocracia pero, por un viejo sentido de identidad, Carrillo quería seguir llamándolo Eurocomunismo, aunque se parecía a la socialdemocracia. Entonces, el inventó la palabra Eurocomunismo que sonaba bien. Carrillo, tambien un hábil político, tenía que respetar a sus huestes comunistas.
Por Jorge del Carmen Ripper.-
El problema de Santiago Carrillo no estaba en el programa, un programa de modernización de España bastante razonable.
El problema de Santiago Carrillo era su partido comunista, una estructura ajena a la renovación. Un partido de rojo corazón estalinista.
Al igual que Santiago Carrillo, Daniel Jadue, mientras sube en su popularidad en las encuestas, no quiere hablar de eso, el partido comunista, aunque él sabe que es su talón de Aquiles.
La madre de Aquiles lo sumergió en las aguas del lago Estigia sostiendolo por el talón. Desde allí el griego Aquiles es vulnerable.
Como Aquiles, Jadue es inteligente y luchador, pero Jadue sabe bien que las viejas huestes del partido son de mentalidad y creencia estalinista. Allí Jadue se muestra vulnerable. Es su madre que lo tomó del talón cuando él nació.
Y Jadue no quiere remover eso, pues él, seguramente, cree que su partido, -es decir su fuerza de apoyo orgánica-, se desmoronará, como castillo de arena, tal como se desmoronó la Unión Soviética.
Al final, la Unión Soviética, como lo escribió en un libro el dirigente comunista chileno que estuvo más años en la dirigencia comunista, Luis Corvalán, era una idea, y las ideas a veces son frágiles, se deshacen como una galletita de barquillo si uno las aprieta mucho con dos dedos. Qué duda cabe.
Mientras Jadue no domine el aparato del partido o lo refunde, lo renueve y lo abra a la sociedad, Jadue tendrá un talón vulnerable.
Jadue es laborioso, entusiasta y constante. Trabaja y trabaja.
Pero los límites de Jadue son internos.
El partido comunista lo perjudica.
Qué los partidos a veces perjudiquen a sus mejores líderes no es nuevo.
¡Por favor! La política es paradójica.
Lo sufrió y lo vislumbró el gran político que fue Felipe González. Lo vislumbró en España, el líder del Partido Socialista Obrero Español. El joven Felipe González siempre creyó que su enorme victoria electoral, fue una victoria personal. Fue gracias a su carisma, su histrionismo, su confianza en el futuro y a su alta capacidad de seducción. Fue gracias además al apoyo de grandes líderes internacionales socialdemocratas como Bettino Craxi, Willy Brant o Olof Palme.
Pero el PSOE, su partido, no fue un apoyo. Su partido era un partido sectario, cerrado, doctrinario, y no ayudó mucho. Era peso muerto. No le servía.
Esto lo saben todos los que conocen la historia de la gran política. En un momento Felipe González fue teatral y renunció. Conmoción. Terremoto. Fue el día 20 de mayo de 1979 en el Congreso de su partido en Madrid. Frente al estupor de todos en su partido que sabían que Felipe era el mejor. La culpa colectiva se apoderó del partido. La «horda primitiva» se sintió culpable y huerfana. Le habían pegado al padre. Hubo catarsis freudiana purificadora. Culposos echaron pie atrás. Así, de un momento a otro, la misma gente, la «horda» doctrinaria que había votado en contra de González en el Congreso del Partido, lo vitoreaba:
Feeelipe, Feeelipe, Feeelipe.
Chúpense esa mandarina.
Gonzalez domesticó al partido, para lograr una más amplia fuerza electoral, más allá de la izquierda.
Daniel Jadue, si quiere ser presidente de Chile (palabras mayores), debe buscar apoyos más allá de los circulos comunistas.
Eso es obvio.
Y no solo nacionales. Por ahora, por ejemplo, Jadue no tiene el apoyo de otros líderes en el contexto internacional. Hasta ahora, digo yo.
Buscar apoyos internacionales también chocará con su partido unidimensional, sin verdadera cultura internacional. Puede que los comunistas sean cuadros honestos y bienintencionados, quizá, pero no conocen la política internacional, no hablan ni leen idiomas, y están formados en rigurosas y estrictas disciplinas partidarias.
Muchos comunistas, cada vez que los critican, acusan mala fe. Es parte de su puto encierro. Como los chanchitos de tierra, los llamados oniscídeos que se cierran en una bola cuando uno los toca.
Como sea, los comunistas saben que lo que digo es cierto.
El talón de Aquiles de Jadue.