Hay sociólogos novatos y cientistas políticos interesados e ilusos que no ven la realidad. Son librescos. Académicos que solo leen libros. Ellos aún creen que la política tiene normas y leyes. Están fuera de foco. Dan largas e inútiles charlas sobre eso. Escriben libros sobre las “leyes” de la política. Viven de eso. Pero son fatuos. Cómo van a ser racionales cuando hoy dominan viejos desquiciados.
Por Jorge del Carmen Ripper.-
No han leído el Rey Lear, que muchos la consideran la mejor obra de William Shakespeare. El rey Lear, un rey loco, egocéntrico, destemplado, que. en camino a la muerte, no respeta la racionalidad política.
Trump atacó el Capitolio en Washington con sus huestes.
¿Qué es lo cierto?
Lo cierto es que la política está más y más dominada por viejos locos irresponsables y sin juicios. Los viejos egomaniacos. Es la condición humana de los veteranos que tienen miedo a todo, a morir, y sobre todo a dejar o perder el poder.
Jóvenes estudiantes : No lean a Max Weber.
Jóvenes sociologos: Lean sobre los miedos de los viejos. Lean los excelentes estudios sobre la gerontocracia y los problemas de los ancianos que dominan el poder. Salgan de la sociología antigua y fuera de juego. Escogan las teorias generacionales.
Según la antropologia, el viejo estaba investido de sabiduría, prestigio, poder y liderazgo. Pero hoy día los consejos de ancianos han sido relegadas a cuestiones rituales. Son asesores, pero sin riesgo de tomar de decisiones políticas y económicas. Es un fenómeno universal. ¿Por qué? Porque las decisiones de los adultos mayores que dominan el poder no son siempre racionales.
Eso es lo que le pasó hoy al viejo irresponsable, al desquiciado de Donald Trump, presidente de Estados Unidos. El loco.
El señor ya no tiene racionalidad. Cree en el poder puro. Se llama el Poder del Absurdo.
Hay muchos literatos que les costó mucho creer a William Shakespeare, sobre la ira despótica del político viejo y loco. Pensaron que era una obra discutible.
Pero ahora, con Trump, se aclara muy bien la obra de Shakespeare.
Es la locura. Es el descaro. Es el rencor. Es el poder puro de sujetos enfermos de temor a enfrentar la muerte política. La demencia senil, el Alzheimer, el deterioro progresivo de la mente de un protagonista, un hombre hecho a sí mismo, un empresario que alterna episodios de lucidez y demencia, carcomida su memoria por la enfermedad y la vejez.
El rey Lear es un personaje difícil de entender al comienzo, aunque siempre dió la sensación de ser un personaje poco creíble. Es un desquiciado de excesiva afectación. Un loco. Hay dos excelentes versiones en cine: El Rey Lear (1970), del ruso Grigori Kozintsev, y Ran (1985), del japonés Akira Kurosawa.
No responde a ninguna ley espuria o racional, de los sociologos.
Los sociólogos y los cientistas políticos están muy equivocados.
No hay leyes del poder.
Yo creo en el analisis político generacional y en las desventajas de los viejos ambiciosos que no quieren retirarse de la política. Se comportan como locos. No les hagan el examen PCR, háganles el análisis de la locura.
Lo ha demostrado hoy el viejo loco de Donald Trump.
Pues vivimos en una terrible época. Vivimos en la época de los viejos egomaniacos, donde todo es una locura.
Miren al veterano loco de Donald Trump. Insensato. Imprudente. Grotesco. La vanidad de un anciano con poder es terrible. El dinero le da energía desmedida. El viejo se deja llevar por una sola cosa, que le digan palabras de reconocimiento. «Cayó muy bajo por azares de la abyecta fortuna todo lo espera y nada teme.»
No está sano.