18 - septiembre - 2024

Chile, como todas las sociedades alteradas, cambiará en un par de horas

Es la progresión natural de las cosas vivas. Chile, una sociedad alterada, necesita un ritual de paso. Está en fase liminar y necesita pasar de una cultura a otra. Chile ha acumulado conflictos. La gente está profundamente cargada de energía vital que será la fuente de lo inminente. ¿Cómo llegamos hasta aquí…?


Por Jorge del Carmen Ripper

Ilustración: Athenea Llanna


En Chile, prácticamente nadie consigue satisfacer sus necesidades emocionales.

Chile entrará en el terreno de la hipótesis, la fantasía, la conjetura y el deseo. Un caos fértil o generador de una nueva topología social y de nuevas estructuras significantes.

Las condiciones cambian y nosotros mutamos.

Hay que reconocer que estamos repletos de las nuevas experiencias expresivas que abren una brecha en el discurso tradicional y son una forma de subversión.

En algún momento surgen nuevos líderes. Nuevos chilenos que aceptan el nuevo papel social que les espera, y  que la fase liminar del ritual lo motiva a desarrollar un fuerte deseo de ingresar a su nuevo rol. Los líderes que dirigirán el país se han estado fogueando. Se necesita ser valiente para ser líder de un país que despertó expresivamente y que mostró que estábamos vivos.

Así funcionan las sociedades con voluntad natural. Chile tiene una tradición de novedad política reconocida en el mundo. La protesta unió a la gente y eso hará  emerger a líderes que cambiarán las cosas de forma radical.

La nueva generación necesita demostrarse que pueden hacer las cosas mejor. La ruptura es inevitable, es el paso previo a la construcción de algo nuevo.

La lucha generacional es la más dura de las batallas.

Lo sabe la vieja generación de políticos apernados. Están aterrados. No quiere entregar el poder a las nuevas generaciones.

El presidente de la República escucha el ulular de las sirenas y tiembla. No tiene ninguna capacidad de juego. Es una decepción profunda para todos los sectores nacionales e internacionales. Es un hombre arrinconado, comiéndose las uñas. Piñera sabe que no llegará muy lejos. Espera algún milagro que lo salve de lo que es inevitable, su derrota política, el odio popular.

Por otro lado, la vieja guardia política egocéntrica, egoísta,  quiere estar lo más lejos posible de la política. Viven en sus mansiones donde sus nanas les preparan  champiñones rellenos. Están alcoholizados. Beben alcohol en silencio, escondidos de la pandemia. Políticos  viejos, inmorales y atemorizados y que a veces roban cámara y hablan sin decir nada. Incapaces de hacer política. Su actual vida gira en torno a su nana, los champiñones y el alcohol.

En esas mansiones de politicos mayores y acomodados todo es tal como cabe esperar.

¿Cuándo se jodió todo? se preguntan.

De momento están vivos, pero digamos que el reloj marca los segundos.

Desde una narrativa contestaría, surgen nuevos líderes jóvenes que unificarán el país desde el fondo de los resentimientos. Son los que se sienten traicionados por promesas incumplidas. Una educación cara y mala, una cultura de chamuchina. Desde una sociedad desigual e insegura, surgen nuevos líderes desde esa enorme franja de chilenos dañados y heridos.

El enfado avisa que el cambio es necesario.

Inevitablemente Chile vivirá una experiencia fuerte,  un shock. Un hecho rápido, irrefutable.

Es la puerta de salida.

Los chilenos necesitan suplir sus necesidades emocionales, y crearán las condiciones para sentir la emoción de hacer algo nuevo. Los nuevos líderes, una especie de antihéroes surgidos de gente  considerada superflua, tratan de asumir su responsabilidad a su manera.

Tienen una personalidad compulsiva acentuada por el confinamiento. Así es el mundo que vivimos. Se dejan llevar por los impulsos. No tienen una pauta real. Los asuntos empiezan simplemente. Desean romper con su forma de vida y creen que se estará mejor.

Después de un largo periodo de humillación muchos jóvenes chilenos ya no tienen miedo.

Aparecen nuevos líderes.

Al perder el miedo  consiguen una forma de poder y de cambio, un cambio que en Chile, ya en fase liminal, será rápido y durará apenas unas horas.

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