Las Expediciones Científicas Antárticas (ECA 56 y ECA 57) estuvieron marcadas en diferente grado por la pandemia de Covid-19. Quienes participaron de la ECA 56, como cuenta aquí Catalina Marín, se enteraron en la base Escudero, en la isla Rey Jorge, que se había detectado el primer caso de Covid-19 en Chile. Lo que sucedió de ahí en adelante en el país ya es historia conocida por todos y aún la estamos viviendo. La ECA 57, en tanto, fue una expedición planificada con extremo cuidado y se ejecutó bajo estrictos protocolos, que permitieron la continuidad de la ciencia antártica asegurando la salud de todos quienes participaron. Aquí están los testimonios de una ECA en pandemia.
Catalina Marín Cruz: Cuando te ofrecen la oportunidad de viajar al Continente Blanco es prácticamente imposible decir que no, especialmente para aquellos que soñamos con conocer uno de los ambientes más extremos del mundo. A finales del 2020 vimos en la base Escudero cómo se anunciaba el primer caso de Covid en Chile; nunca imaginé todo lo que desencadenaría, mucho menos todo lo que cambiaría la expedición Antártica del siguiente año. Muchos meses estuvimos en incertidumbre, a pesar de que los proyectos seguían. La oportunidad de volver a los terrenos era solo una idea borrosa. Nuestro espíritu curioso y con ansias de descubrimientos se veía limitado por los acontecimientos mundiales. Finalmente, la ECA se realizaría con estrictos protocolos de seguridad sanitaria, incluyendo una cuarentena obligatoria y medidas dentro de las bases. Todo ese esfuerzo se ve recompensado estando ya en Antártica. No se puede poner el precio a vivir los sueños. Me siento afortunada de participar en esta expedición y de formar parte de las investigaciones que se desarrollaron este año. La ciencia no se detiene y me alegra que seamos muchos los dispuestos a aportar nuestros conocimientos para que la ciencia antártica chilena siga creciendo incluso en un contexto tan desafiante como lo fue en esta expedición.
Francisco Matus: Como director de un proyecto que finaliza este verano después de tres exitosas campañas (ECA 55, 56 y 57), no tengo más que palabras de agradecimientos por el apoyo administrativo y logístico que hicieron posible alcanzar los objetivos propuestos, aun en contra de todas las adversidades que todos sufrimos durante el año 2020 y parte del 2021. No cabe duda que los logros de la ciencia antártica en Chile y para los colaboradores extranjeros asociados a los proyectos se deben en gran medida al esfuerzo que el grupo INACH otorga a los distintos grupos de investigación. Muchas gracias al jefe de Base Alejandro Font, quien nos facilitó una exitosa campaña ECA 57, más de lo que habíamos planificado. Asimismo, gracias a Elías Barticevic, jefe de Base de ECA 55 y 56 y al grupo de logísticos, incluyendo a los chefs (los cookies), quienes nos apoyaron profesionalmente en todo momento durante las tres campañas, sin horario, sin condiciones, para lograr lo que nos propusimos. Gracias a todos por su amistad y calidad humana
Scarlett Troncoso: Como parte de mi quehacer profesional surgió la oportunidad de ser parte de un equipo de investigación en la
Antártica. Ha sido una de las mejores aventuras de mi vida, me siento muy feliz con todo lo que he vivido en
esta experiencia, sin duda fue muy enriquecedor. Conocí lugares mágicos (ninguna foto le hace justicia a lo hermoso de estar ahí) y compartí con personas muy bacanes. Amo y atesoro cada momento de esta aventura.
Kelly Wilhelm: Soy profesor de la Universidad de Wisconsin-River Falls en los Estados Unidos y me uní a la ECA 57 para investigar el desarrollo del suelo en la península Antártica. INACH y todos en la base Escudero se han mostrado muy atentos conmigo, aunque mi español es muy pobre. Todos han sido de gran ayuda para recolectar suministros, obtener formularios y superar la cuarentena previa y las pruebas de PCR. Gracias por hacer que un investigador extranjero se sienta bienvenido aquí en la base Escudero
Cecilia Pérez Barrientos: Esta ECA 57 fue la de un año especial en muchos aspectos. Primero, previo al viaje a la Antártica, en la cuarentena del hotel, los miles de permisos y los tres PCR. Una vez en la base Escudero, también fue especial, todo muy tranquilo y con mucha disponibilidad en todos los ámbitos. A pesar de todas las barreras de distanciamiento y cuidado que nos impusimos, sentí mucho más la cercanía con las otras personas, a través del apoyo mutuo, las experiencias compartidas y la conversación amena.
Mario Simirgiotis: En lo particular, sentí muy reglamentado y complicado el viaje, el aislamiento, los cuidados y la cuarentena de 15 días, los tres PCR que pidieron (luego descubrí que me costaba el test, pues tengo el tabique quebrado de la nariz). Aproveché para trabajar en la cuarentena e incluso realizar desde el hotel unas clases de taekwondo on-line. Pero ahora siento que valió la pena la cuarentena. El lugar es espectacular, montañoso y con su flora y fauna característica. Siento, además, que hubo mucha química entre el equipo INACH y nosotros, y los colegas que conocimos aquí son muy simpáticos y colaboradores. Soy químico profesor de la UACH, venimos a estudiar la química y actividad neuroprotectora de los líquenes antárticos, con mi colega Alfredo Torres, un colombiano liquenólogo.
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Estos testimonios son parte del nuevo Boletín Antártico Chileno «Una nueva pieza del puente entre Antártica y Patagonia» que se puede encontrar en la sección de publicaciones https://www.inach.cl/inach/?page_id=8680