En materia de océanos, se busca contar con el 100% de planes de manejo de Áreas Marinas Protegidas. Sin embargo, importantes ecosistemas costero-marinos están bajo otras figuras de protección oficial a las que no se hace mención. Es el caso de parques y reservas nacionales que enfrentan crecientes amenazas como la contaminación de la salmonicultura, que sumada a la influencia del cambio climático, genera serios problemas con el desarrollo de floraciones algales nocivas.
Por Estefanía González, coordinadora de campañas en Greenpeace
02 de noviembre de 2021
En octubre supimos del reconocimiento de Naciones Unidas al derecho humano a vivir en un medioambiente limpio, sano y sostenible, del cual dependemos para ejercer otros derechos como el derecho a la salud. Proteger a la naturaleza es proteger nuestra propia vida y desarrollo como humanidad.
Este domingo se iniciará en Reino Unido la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP26, sobre la cual recaen altas expectativas para avanzar en todo aquello que quedó pendiente en la versión anterior -presidida por Chile- donde evidenciamos importantes falencias en los compromisos del país, y en el liderazgo necesario para lograr avances significativos en ambición climática.
Pese a lo anterior, si bien Chile cumplió con actualizar su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC) y presentará en Glasgow su Estrategia Climática de Largo Plazo, sus compromisos continúan en un camino errático, si los contrastamos con la dura realidad que vive el país. La NDC de Chile actualizada en 2020, de acuerdo a la evaluación de Climate Action Tracker, es insuficiente y, por esa ruta, estaríamos ante un aumento de temperatura mayor a 2°C que incluso podría llegar 3°C. Un camino catastrófico, en resumen, que nos lleva a reafirmar que debemos mantener el incremento en 1.5°C.
Para lograrlo, los países deben abandonar el carbón, transitar al 100% de energías renovables y no depender de otros combustibles fósiles. Esto tiene particular importancia en Chile, donde el carbón envenena a diario a quienes viven en las zonas de sacrificio, como en Quintero y Puchuncaví. Se deben cerrar las termoeléctricas y generar planes para recuperar esas zonas históricamente dañadas, y no hasta 2040.
La grave crisis hídrica es la expresión más visible de la emergencia climática y ecológica en Chile. La meta de contar al 2030 con un plan de gestión de las principales cuencas del país, es incoherente con la realidad, donde buena parte del país sufre escasez y los derechos de agua están sobre otorgados en promedio tres veces a nivel nacional. La acción climática debe incorporar recuperar el agua como un bien común que esté protegido para las personas como derecho humano y, a su vez, garantice hoy su resguardo para mantener el equilibrio de los ecosistemas.
La protección de bosques y vegetación nativa, salares, turberas, glaciares, ríos, acuíferos y lagos, son fundamentales para cuidar el agua y enfrentar los impactos del cambio climático, sin embargo son los grandes ausentes de los compromisos presentados por Chile. En contraste, se propone potenciar a la industria forestal, responsable del mayor consumo hídrico del país y directamente relacionada con el riesgo de incendios forestales.
En materia de océanos, existe el compromiso de contar con el 100% de los planes de manejo de las Áreas Marinas Protegidas para resguardar las funciones ecosistémicas que éstos tienen. Sin embargo, importantes ecosistemas costero-marinos se encuentran bajo otras figuras de protección oficial a las que no se hace mención. Es el caso de parques y reservas nacionales que enfrentan crecientes amenazas como la contaminación de la salmonicultura, que sumada a la influencia del cambio climático, genera serios problemas con el desarrollo de floraciones algales nocivas.
Chile perdió la oportunidad de presentar una estrategia de largo plazo que permita una mayor reducción de emisiones y proteja el medioambiente de acuerdo con las metas establecidas por la ciencia. En cambio, se mantiene una ruta de emisiones que nos lleva a un escenario de más de 2°C de aumento de temperatura. El último informe del IPCC fue claro en señalar que estamos llegando a punto de no retorno, con zonas que no podrán recuperarse, así como especies en proceso de extinción. En este escenario proteger los ecosistemas nativos, hábitat de la biodiversidad, es más urgente que nunca.
Por último, cabe mencionar que Chile se presenta a esta conferencia, con la idea de construir el proyecto minero portuario Dominga, en uno de los puntos claves de biodiversidad a nivel mundial. Esa zona, además de la enorme riqueza de sus ecosistemas marinos – donde habita el 80% de la población de pingüinos de Humboldt y una variedad de ballenas, delfines y aves- tiene en su bosque y vegetación nativa, un mitigador natural de los impactos del cambio climático, en una de las regiones más vulnerables a éste. Acción climática hoy es decir No a Dominga y proteger los santuarios naturales que hay en nuestro territorio, que son únicos en el mundo.
Chile debe traducir estos compromisos en el marco del debate de la nueva Constitución y hacerse cargo del escenario de crisis climática y ecológica que vivimos, recuperando los bienes comunes, garantizando la protección de ecosistemas y poniendo en el centro del nuevo país a construir, los equilibrios de la naturaleza como vía para tener un desarrollo justo y equitativo.