«La industria salmonera es responsable del 30%, 46% y 67% de los proyectos generadores de conflicto en las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes, respectivamente (Carranza et al., 2020). Estos conflictos han aumentado la presión para acceder a las áreas marinas, pero muchas comunidades indígenas como el pueblo Yagan intentan defender los paisajes marinos, la biodiversidad y el bienestar».
«Ambas comunidades indígenas han experimentado históricamente un terrible proceso de colonización europea (p. ej., genocidio, pandemias, pérdida de derechos sobre la tierra; véase Emperaire, 1963) y, en cierta medida, las operaciones actuales de cultivo de salmón contribuirían a un nuevo proceso de colonización marina».
Autores: Luís Outeiro, Jaime R. Rau and Jaime Ojeda (2022). Historical-geographical colonization of salmon farming in Patagonia. Interciencia 47(4): 133-137.
Introducción
En los últimos 40 años, la producción acuícola ha aumentado considerablemente en todo el mundo y la mayoría de las pesquerías de captura están sobreexplotadas a nivel mundial (Volpe et al., 2013; Belton et al., 2020). En la industria alimentaria, la piscicultura ha sido una alternativa para cubrir la demanda mundial de productos del mar. Sin embargo, la interdependencia de la pesca costera y oceánica y la agricultura terrestre ha aumentado como resultado de la producción de alimentos para la acuicultura (Naylor et al., 2021). En esta necesidad global de incorporar un nuevo actor en la cadena de suministro de productos del mar, las industrias acuícolas de pescado buscaron países que lograran altas tasas de producción mientras que sus costos de producción (mano de obra, impuestos, etc.) se han minimizado. Además, los costos ambientales de producción se externalizan y, para ello, las industrias acuícolas necesitan países con regulaciones flexibles y bajos niveles de cumplimiento. El mercado de la salmonicultura representa un proceso de glocalización (ver Swyngedouw, 2004) porque puede operar a niveles supranacionales (globalización), pero puede establecerse en espacios locales, utilizando sus influencias globales con diferentes actores locales y políticas nacionales (localización).
La salmonicultura es la principal actividad acuícola en Chile, aunque los patógenos han sido uno de los temas importantes en la expansión de la acuicultura. Desde 1980, esta industria alimentaria ha crecido de forma casi continua, situando al país como el segundo productor mundial, solo por detrás de Noruega (FAO, 2020). En 2007, la industria se vio afectada por el virus de la anemia infecciosa del salmón (ISA). Este evento provocó una importante mortandad en los corrales salmoneros de la región de Los Lagos (Valdés-Donoso et al., 2013), lo que provocó una caída en el volumen de producción y una crisis social con la pérdida de cerca de 20.000 puestos de trabajo (Quiñones et al., 2019). En abril de 2013, el virus ISA amplió su presencia a zonas del sur. La industria del salmón controló parcialmente el virus ISA, aunque el sistema de producción aún es frágil debido a los patógenos (Bravo et al., 2013).
En Chile, se ha publicado una cantidad sustancial de informes científicos sobre cómo las operaciones de cultivo de salmón han impactado los ambientes marinos desde aspectos ecológicos y sociales. Se sabe que el aumento de las cargas de nutrientes, como fósforo y nitrógeno, puede ser un factor importante en el aumento de la densidad del fitoplancton y el cambio en los grupos dominantes, de diatomeas a dinoflagelados (Soto et al., 1997; Buschmann et al., 2006). Las granjas de salmón aumentan la sedimentación de materia orgánica, provocando niveles más bajos de oxígeno y reduciendo la riqueza de especies (Buschmann et al., 2009; Miranda et al., 2020).
Además, un uso excesivo de antibióticos puede tener consecuencias silenciosas sobre la resistencia a los antibióticos en las bacterias (ver Jara et al., 2021) y también puede afectar a los peces nativos. Por ejemplo, se han encontrado residuos de oxitetraciclina y quinolona en muestras de músculo de los peces Eleginops maclovinus y Sebastes capensis (Fortt et al., 2007). Reportes indican que salmoneras chilenas usan hasta 20 veces más antibióticos que las de Noruega (Carranza et al., 2020).
Otro impacto significativo son los salmónidos escapados de los criaderos que pueden alterar las redes tróficas en el sur de Chile. Los salmónidos pueden depredar especies nativas como Odonthestes regia (Niklitschek et al., 2013) y juveniles de Macrorunus magellanicus (Soto et al., 1997), que son especies relevantes para la pesca artesanal. De hecho, 650.000 salmones se escaparon en 2018 de un corral de red, con un enorme impacto potencial en los ecosistemas nativos (Gomez-Uchida et al., 2018).
Estos efectos ecológicos también abarcan consecuencias socioecológicas. Por ejemplo, la industria salmonera es responsable del 30%, 46% y 67% de los proyectos generadores de conflicto en las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes, respectivamente (Carranza et al., 2020). Estos conflictos han aumentado la presión para acceder a las áreas marinas, pero muchas comunidades indígenas como el pueblo Yagan intentan defender los paisajes marinos, la biodiversidad y el bienestar (Mapuexpress, 2019).
En este estudio, se realiza un análisis histórico y geográfico del desarrollo de la acuicultura del salmón.
Se realizó un estudio en las tres regiones del Sur de Chile (Los Lagos, Aysén y Magallanes), en cuanto a licencias otorgadas y pendientes para conocer sus patrones espaciales y temporales. Luego, se presenta una discusión sobre los conflictos y presiones futuras que genera la colonización salmonera en el aún prístino extremo sur de América del Sur.
Métodos
Fuente de búsqueda
La base de datos incluida en el sitio web oficial de la Subsecretaría de Pesca de Chile (http://www.subpesca.cl/portal/619/w3-article-92935.html) fue buscado con el fin de analizar la dinámica temporal de las licencias otorgadas y pendientes relacionadas con las operaciones de salmón. La última actualización disponible, de diciembre de 2019, en la versión publicada el 8 de junio de 2020). Se consideraron cuarenta años de la industria acuícola, divididos en tres períodos, dejando de lado los primeros cinco años (1980-1985) cuando la industria aún se encontraba en un proceso de desarrollo. Durante el primer período (1985-2003) se produjo el gran auge del desarrollo en el Mar Interior de Chiloé (Región de Los Lagos). El segundo período (2003-2013) fue cuando la industria comenzó a quedarse sin espacio en Chiloé y tuvo que mudarse a otras regiones para mantener su crecimiento. El tercer período (2013-2020) fue cuando estalló la crisis de ISA en la región de Aysén y la industria tuvo que planificar una nueva expansión hacia el sur. Este estallido de ISA fue seguido por un brote de rickettsia Piscirickettsia salmonis (Gerhart, 2017).
Resultados
Aspectos espaciales y temporales de licencias otorgadas y pendientes
Estadísticas oficiales de la Subsecretaría de Estado de Chile
Pesquerías reporta un total de 1.398 licencias de acuicultura de salmón otorgadas para explotación en los últimos 40 años (1980-2020) y se encuentran en evaluación 367 solicitudes. Muchos de los sitios con licencia otorgada están ubicados en las regiones más australes de Los Lagos (39%) y Aysén (51,8%), mientras que un pequeño pero creciente número de estas licencias (8,5%) se ubican en la Región de Magallanes (Figura 1a). En cuanto a las licencias pendientes, los porcentajes son inversos. Mientras que en la Región de Los Lagos se encuentran pendientes de concesión el 7,2% de las licencias, la Región de Aysén cuenta con el 17,9% de las licencias pendientes.
Entre 2003 y 2013 la región de Los Lagos dejó de liderar la concesión de licencias acuícolas, y la región de Aysén experimentó un auge de licencias otorgadas, con un promedio de 40,7 ±31,1 por año. En el período final, 2013-2019, la presión sobre las licencias otorgadas se redujo a un promedio de 5,6 ±3,7 por año. En este momento, en Chile, este porcentaje se redujo a un promedio de 23 ±20 por año. La Región de Magallanes experimentó el desarrollo temporal opuesto de las licencias otorgadas de salmón en comparación con la Región de Los Lagos. Mientras que en el primer período Magallanes representó solo el 3% del total con un promedio de 4 ±3 de licencias otorgadas por año, cuando la Región de Aysén tuvo su apogeo, en el período intermedio la Región de Magallanes representó menos del 10% del total de licencias En el período 2013-2019, la Región de Magallanes lideró en número relativo de licencias salmoneras otorgadas, con el 70% del total.
Discusión
Expansión de la industria salmonera al extremo sur
En la década de 1980, la industria del salmón en Chile comenzó a explotar en el mar interior de la región de Los Lagos (Figura 2) y en 2008 el sistema acuícola estuvo a punto de colapsar debido al virus ISA. La industria salmonicultora inició su expansión hacia las zonas vecinas del sur (regiones de Aysén y Magallanes). La región de Aysén absorbió dos roles al mismo tiempo: absorbió la necesidad de aumentar la producción desatendida en la región de Los Lagos y de amortiguar el impacto de la crisis del salmón chileno.
Ambos roles hicieron que la región de Aysén se convirtiera en la región con mayor porcentaje de licencias para la acuicultura del salmón. En 2013, la crisis del virus ISA dio la vuelta a este patrón geográfico y la Región de Magallanes se convirtió en la nueva zona de colonización de la salmonicultura.
La Región de Magallanes presenta el mayor número de licencias en trámite (47,7%), a la espera de culminar el proceso de evaluación (Figura 1b).
En la escala temporal, las licencias otorgadas cambiaron cuando se asociaron con la expansión de la salmonicultura hacia las zonas del sur (Figura 2). La región de Los Lagos fue el origen de la industria del salmón. Entre los años 1985 y 2003, el número promedio (media ± DE) fue de 22,1 ± 11,9 licencias otorgadas por año; en este período, la Región de Los Lagos absorbió el 71 ±26,8% de las concesiones otorgadas.
La región de Magallanes posee atributos ecológicos y culturales con relevancia local y global para la conservación biocultural (ver Rozzi et al., 2010). Esta región es considerada una de las últimas 12 áreas silvestres a nivel mundial, debido a que conserva el 70% de su vegetación original y tiene un bajo desarrollo industrial y urbano (Mittermeier et al., 2003). Muchos taxones marinos aumentan su diversidad en este paisaje marino austral. Por ejemplo, macroalgas y moluscos aumentan su riqueza y endemismo (Santelices y Marquet, 1998; Valdovinos et al., 2003; Linse et al., 2006). En los Canales Subantárticos de Magallanes se han desarrollado comunidades indígenas costeras, como los Kawésqar y los Yaganes que durante milenios han desarrollado múltiples interacciones con los ecosistemas marinos que permanecen en la actualidad (Emperaire, 1963; Ojeda et al., 2018). Ambas comunidades indígenas han experimentado históricamente un terrible proceso de colonización europea (p. ej., genocidio, pandemias, pérdida de derechos sobre la tierra; véase Emperaire, 1963) y, en cierta medida, las operaciones actuales de cultivo de salmón contribuirían a un nuevo proceso de colonización marina. En 2019, la comunidad Yagan y los ciudadanos locales de Puerto Williams realizaron manifestaciones masivas contra las industrias de cultivo de salmón que se planea establecer dentro de la Reserva de la Biósfera Cabo de Hornos (Mapuexpress, 2019). Esta reserva prioriza usos consuetudinarios y actividades humanas de bajo impacto ambiental como el ecoturismo y la pesca artesanal (Rozzi y Schüttler, 2015).
Conflictos entre la tenencia consuetudinaria y el crecimiento del negocio industrial
En 2009, bajo el paraguas legal del Convenio 169 de la OIT, Chile reconoció el derecho de los pueblos indígenas a reclamar derechos territoriales en relación con el manejo de los recursos naturales y la defensa del medio ambiente. El desarrollo de la nueva ley por parte del gobierno chileno ha tenido muchas dificultades y conflictos entre las comunidades indígenas locales, los encargados de formular políticas y los líderes empresariales.
Como resultado, los pueblos indígenas representados principalmente por las comunidades Lafkenche desarrollaron con el gobierno la Ley No.20.249 (también conocida como ‘Ley Lafkenche’) para promover la herramienta legal para reconocer la asociación entre los pueblos indígenas y los paisajes marinos costeros. La Ley Lafkenche establece una política nacional en la que las comunidades indígenas pueden solicitar el manejo consuetudinario en las áreas costeras conocido como ‘ECMPO’ (Espacio Costero Marino de Pueblos originarios; Hiriart-Bertrand et al. 2020). Las comunidades Williche, Kawésqar y Yagan han reclamado preservar las áreas marinas, pero los intentos de cultivo de salmón se superponen con ellos, lo que genera conflictos en la tenencia del mar (Outeiro et al., 2015a, b). Hoy se sabe que la gestión desde la perspectiva indígena puede contribuir a la reconstrucción de prácticas tradicionales y la conservación de la biodiversidad (IPBES, 2019). Por lo tanto, la efectividad futura de las áreas consuetudinarias podría ser débil si el gobierno chileno no es capaz de cumplir con sus compromisos nacionales e internacionales con las comunidades indígenas y locales.
La superposición entre las aplicaciones de cultivo de salmón, los parques nacionales chilenos, las reservas naturales y los monumentos naturales crea prioridades poco claras en la región de Magallanes. Más del 50% del territorio tiene una categoría vinculada a la conservación biológica y cultural (Sielfeld 1997; Rozzi y Schüttler, 2015) aunque, paradójicamente, la mayoría de los parques nacionales incluyen solo regulaciones sobre ecosistemas terrestres y no existe una jurisdicción clara sobre ecosistemas marinos (Rozzi et al., 2015). La industria salmonera podría aprovechar para operar en el lado marino de los parques nacionales, aumentando el riesgo de ineficacia y generando los llamados ‘parques de papel’. Así, en la misma línea que Navedo y Vargas-Chacoff (2021) se plantea que las áreas protegidas en la región de Magallanes podrían alinear objetivos de conservación de la biodiversidad, prácticas y actividades indígenas con bajos impactos ambientales.
Observaciones finales
Se presenta la expansión austral de la salmonicultura en Chile utilizando el número de concesiones otorgadas de norte a sur en la Patagonia chilena. Durante cuatro décadas, la acuicultura del salmón ha tenido el mismo patrón de colonización; cuando estallaron los problemas ambientales y sanitarios en los paisajes marinos donde se asentaba la industria, ésta se desplazó hacia el sur. Primero se explotó la región de Los Lagos; una vez ocurrido el ‘colapso’, la industria se trasladó a la región de Aysén, donde proliferaron las licencias otorgadas. En consecuencia, la siguiente área es el prístino paisaje marino de la región de Magallanes, la última franja de América del Sur.
Como se expone en este estudio, la diversidad cultural y biológica en el extremo sur de América del Sur tiene una situación frágil para enfrentar y detener un nuevo colapso de la acuicultura. En esta crisis pandémica, la glocalización de las industrias en los países en desarrollo ha demostrado una vez más ser un conflicto socioecológico, costoso para el medio ambiente y las prácticas consuetudinarias.