10 - noviembre - 2024

Escalofriante libro sobre el alma nórdica. Asesinato en Copenhague. El horror latente. Por Rubén Aguilera.

ASESINATO EN COPENHAGUE, de OMAR PÉREZ SANTIAGO

Por el poeta RUBÉN AGUILERA, julio 2022, Lund, Suecia.

(Colección de cuentos, Mago Editores, Santiago, Chile 1922)

Ficción tangencial, es decir, concluyente conexión con hechos reales. Pero en este caso, orfebrería, en el difícil genero del cuento, engarce de perlas sobre un trenzado de recio metal, que resiste corrosión y óxido, debe advertirse.

Incuestionable, incluso para el más acucioso enemigo del cuento recuento de sucesos dramáticos extraídos de la realidad: la tragedia humana en su más pura expresión, la monotonía, la confrontación con los errores del pasado, entendiendo que el pasado mismo es un error, la inevitable muerte, es decir, todos los aquí presentes moriremos, como peroraría un personaje de Pérez Santiago, o el brutal asesinato.

 Perlas o lágrimas engastadas en frases independientes, en párrafos breves pero impactantes, incluso reiterados, todo en una atmósfera de cosmopolitismo que emana de los propios personajes, como sus propios perfumados sudores, como la Alien y su impreciso progenitor, los que se mueven en un escenario, en este caso, europeo y en una clase media culta y trascendente.  

 Sin embargo, Pérez Santiago desmadeja la trama desde la otra punta, la Europa nórdica de comienzos del siglo pasado, con el caso de una infanticida en serie danesa, y las acérrimas condiciones sociales y morales de esa época. Pérez Santiago no va más allá, nos entrega una clave que queda pendiente hasta el relato final y principal de esta colección, y que le da el título: Asesinato en Copenhague.

 El lector avezado, cosa no determinante, podrá descubrir que la descripción inicial no es simple saqueo necrófilo, sino, la exposición descarnada de ese tejido metálico, donde se montan las perlas de la transitoriedad, lo que historiadores avezados han llamado la tierra y sangre de la Europa germana, caucasiana o, para algunos, anglosajona.

En todo caso, aunque uno no perciba esta connotación, no deja de inhalar o imbuirse en esa atmósfera tortuosa que en parte explica los dramáticos hechos muy posteriores y contemporáneos, el asesinato inexplicable, por lo horroroso, de una joven y exitosa periodista. Justamente dentro del ambiente claustrofóbico de un submarino. Ese metal profundo que resiste toda corrosión.

Recurso que Pérez Santiago ha desarrollado con virtuosidad a lo largo de su carrera como escritor, es decir, impregnarnos de un trasfondo tortuoso, mientras el relato mismo parece superficial y hasta libertino. En este caso, nada más distante que Dora, la asesina de lactantes de 1920, una especie de precursora del darwinismo primitivo que luego dominaría la Europa de las décadas siguientes, de Jason, un geek de la generación X de hoy, un iluminado carente de cosmogonía que busca redimirse impulsando tecnologías de punta.

El horror latente, que sigue estallando de diversas formas.

 En cuanto al estilo mismo, debe decirse que Pérez Santiago desde sus inicios ha perfeccionado esta dicotomía entre un fraseo muchas veces frívolo con la eminencia del horror latente. Así, en su libro de retorno a Chile, Memorias eróticas de un chileno en Suecia, una aventura erótica, paráfrasis del famoso destape sexual nórdico, culmina con un despertar trasnochado ante el cuerpo todavía tibio del recién asesinado primer ministro de Suecia, año 1986.

 El más ingenuo hedonismo no nos permite escapar a la zarpa de la historia, y, más que nada, a ese atmósfera subyacente antes descrita, ese miasma profundo que lo impregna todo.

 Paralelamente está la impotencia o, más bien dicho, el agotamiento existencial nórdico, que lleva a la inanición, y, muchas veces, a la autodestrucción, el alcohol, la droga o el suicidio. En esta colección, expresada en un policía con 30 años de servicios y dos relaciones matrimoniales catastróficas. Más aún, la erotización extrema siempre está presente junto a la violencia sexual y, en el caso del cuento final, el asesinato.

 Lo mismo ocurre cuando Pérez Santiago se avoca al tema de la muerte, graficado en las tribulaciones de un miembro de la aristocracia artística nórdica. Y aquí otro elemento importantísimo en las letras de Pérez Santiago, el trasfondo cultural de los hechos está desmenuzado hasta la saciedad. No se trata de un ultra-culturalismo arrogante, si no de una perenne deconstrucción de los elementos culturales presentes en cada época.

 No nos quepa la menor duda, cuando Pérez Santiago hace referencia a un autor, una obra de arte, un suceso histórico o cultural, está no sólo muy bien documentado, sino que lo ha vivido y disecado hasta la saciedad. No voy a citar la larga lista de sus obras que tratan de Suecia y Escandinavia, en particular. De allí su mérito, lo que lo aparta totalmente de la literatura y la lírica turística: ese autor que pasó alguna vez dos horas en el tránsito internacional del aeropuerto de Odesa y escribe una oda a la ciudad o una novela de espionaje.

 Quizás no es la intención de Pérez Santiago, aunque siempre es así, pero está sentando los pilares de lo que yo llamaría el género nórdico, mirar la sociedad ajena desde dentro. La incursión de la prosa latinoamericana en un espacio realmente vedado, las brumas, las sagas y los demonios de los países del norte europeo. Un ejercicio literario que desconcierta.

Aunque lo contrario fue considerado natural, la incursión de autores nórdicos en la literatura latinoamericana: Selma Lagerlöf, sin ir más lejos.

Es una gran osadía.

 Camino iniciado por Borges, un maestro de universalismo laberíntico, también expresado en incursiones no coordinadas efectuadas por varios poetas latinoamericanos que han vivido en los países nórdicos. No quepa duda de que, cada vez que Pérez Santiago se refiere a algún rincón de la vieja Europa, es que ha estado allí en presencia.

 Un perro callejero que husmea hasta el cansancio hasta los rincones más indecibles de la urbe, imagen maravillosa, que cierra por ejemplo su novela Malmoeliten, de 1988, toda vez que en Escandinavia no existen perros sueltos. No quepa duda, Pérez Santiago, ha husmeado en la vieja Europa, en especial en su rabo nórdico.

 Rubén Aguilera, 2 julio 2022, Lund, Suecia

 

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