Parte de los impactos de estos desastres socionaturales repercuten en la fauna local, particularmente los animales llamados de baja movilidad y aves que aún no aprenden a volar. Para evitar este impacto en el ecosistema y la iniciación de estos siniestros, la Universidad de Chile instalará en su Santuario de la Naturaleza Quebrada de La Plata el primer sistema de detección temprana de la región. Una torre altamente tecnológica que protegerá a las comunas de Maipú, Pudahuel, Padre Hurtado, Curacaví y María Pinto.
Por: Carolina Aliaga, Prensa U. de Chile.
27 de diciembre de 2022
Nueve incendios forestales en las últimas 24 horas reporta la CONAF en su más reciente informe sobre la emergencia que vive Chile con los numerosos focos de fuego en la zona central del país, un peligro latente ante las altas temperaturas que se han registrado en esta temporada. Las hectáreas quemadas no sólo afectan a los árboles y la vegetación: también cobran la vida de la fauna silvestre y nativa, arrasando con degús, cururos, sapitos de Rulo, lagartijas y aves que están en sus nidos.
Los animales pequeños que quedan atrapados por el fuego son las víctimas silenciosas de los incendios forestales, en esas hectáreas quemadas está su hábitat, su refugio, alimento y su comunidad, explica la Dra. Valeria Rojas, académica de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias (FAVET) de la Universidad de Chile, y directora del Centro de Gestión Ambiental y Biodiversidad de la misma facultad.
“Los más afectados son los animales que llamamos de baja movilidad, que son los pequeños roedores, los anfibios y reptiles, que no se pueden mover rápidamente o que no pueden volar. También afecta a las aves cuando están en el nido. Los mamíferos como los zorros pueden correr de las llamas teniendo una probabilidad más alta de vivir que los antes mencionados”, dice la profesora.
En algunos incendios, los animales que viven en madrigueras como los cururos se refugian en ellas y pueden protegerse. Así pasó en el Santuario de la Naturaleza Quebrada de La Plata en la comuna de Maipú, administrado por la Facultad de Ciencias Agronómica de la Universidad de Chile, que sufrió uno de los primeros incendios del fatídico verano del 2017, donde ardió gran parte de la zona central del país. El lugar se quemó el mismo día que fue declarado como santuario, afectando 835 hectáreas que equivalen al 79% de la superficie, y su respectiva fauna.
“En el trabajo de reconstrucción, nos dimos cuenta que en realidad de lo que teníamos que preocuparnos era de los especie de más de baja movilidad. Y ahí en la quebrada, en especial está el sapo de Rulo que es el único anfibio que vive y de los reptiles y de los ratones pequeños nativos, que es la misma fauna de Curacaví y las zonas en riesgo”, agrega la académica.
Para recuperar el ecosistema hicieron un pozo como una mini laguna artificial y pircas para darles refugio. Y poco a poco empezó a crecer la vegetación, llegaron los insectos, los animales y hasta zorros que ya tenían comida allí nuevamente.
Sistema de detección temprana de incendios
La quebrada está en la zona roja de los incendios forestales, un lugar privilegiado para monitorear el área, por lo que instalarán allí en las próximas semanas una Estación de vigilancia llamada Detección Temprana de Incendios Forestales FireWatch. Iniciativa pionera en la región, implementada por la U. de Chile, Conaf y la Seremi de Medio Ambiente, que estará operativa a fines de enero del 2023.
La coordinadora del Santuario, Solange Lobos, explica que es una tecnología alemana que utiliza sensores ópticos avanzados, Inteligencia Artificial y algoritmos propios con el objetivo de detectar tempranamente el primer indicio de un incendio: el humo.
“El sistema estará instalado en una torre contraventada de 24 metros de altura, la cual sostendrá en su cúspide la unidad de detección FireWatch, además de una cámara independiente dual (óptica-térmica) de apoyo y un enlace de telecomunicaciones que la enlazará con la torre receptora para el envío de datos e imágenes a la Central de Monitoreo, operada por CONAF”, dice Solange.
Esta tecnología es capaz de detectar un incendio en su fase más preliminar a una distancia de 20 km, realizando una detección de incendios basada en sensores ópticos con capacidad para detección de humo y un monitoreo 24/7 de un área de hasta 125.000 hectáreas, utilizando un software de reconocimiento de imágenes.
“Su implementación permitirá proteger los ecosistemas presentes en el Santuario y los esfuerzos de restauración y conservación que se están realizando en el lugar, así como también las masas vegetacionales presentes en los alrededores, contribuyendo directamente en la detección temprana de incendios en las comunas de Maipú, Pudahuel, Padre Hurtado, Curacaví y María Pinto”, agrega la ingeniera agrónoma.
La iniciativa recoge la experiencia de las y los investigadores de la Casa de Bello que han trabajado analizando los efectos de los incendios forestales y cómo recuperar el ecosistema luego de su paso. Evitar su ocurrencia es la prioridad de las especialistas que llaman también a cuidar el medio ambiente considerando que la mayoría de los incendios son provocados por las personas de forma directa o indirecta.