Fabián Burgos es un destructor deliberado de la bufa estructura de la producción poética chilena.
Fabián Burgos en SOY EL MISMÍSIMO FABIÁN BURGOS, es un destructor deliberado de la bufa estructura de la producción poética chilena.
Por Pérez-Santiago
Burgos es tenaz, prolífico y oportuno. Es original, resume su época, se opone a su época. Se sonríe con las reglas consagradas de los editores, de sus editoras “independientes”, sus postulaciones a los fondos concursables, sus ediciones de tiradas mínimas y que el poeta debe financiar y regalar a amigos. Es una sátira de reglas internas que unos pocos intentan sacralizar, pues se benefician de ellas con lograr un viaje aquí a una feria de libro y otro viaje allá, como si fueran representantes oficiales del arte. Fabián Burgos se ríe de las hipertrofiadas denditras de las neuronas de nuestros héroes culturales en nuestra mísera época. La ironía de Fabián Burgos les corroe sus artesanales productos culturales o poéticos, que nunca o casi nunca se venden. Así una de las características más notables de Fabián Burgos es que desemboca en algo armonioso, plástico y éticamente seductor y reconfortante desde el punto de vista emocional. Su gesto conscientemente reflexivo de los mecanismos pícaros que se encubren en la estructura de producción poética es premeditadamente destructor. Dicho en otros términos, es el primer poeta que con gran envergadura y sensorialidad se dedica a la poesía con un propósito explícitamente fustigador de los mecanismos paupérrimos de la llamada economía de la poética, estrangulada en su propio patetismo y su seriedad filistea y que genera mediocridad. Fabián Burgos desarrolla una juvenil demolición que abre puertas y desdramatiza con tropos de la desorientación y el hedonismo. Siempre hay que elogiar las obras que abren puertas.