Los cuatros hallazgos de mortalidades de grandes ballenas cetáceos en tres meses demuestran, tanto a las organizaciones socioambientales chilenas y a los consumidores norteamericanos -principal mercado de destino del salmón chileno-, la existencia de una amenaza extrema a la que se ven enfrentadas las poblaciones de mamíferos marinos en el “far west salmonero” patagónico.
Punta Arenas, región de Magallanes, Chile, 26 de noviembre, 2024. (Centro Ecoceanos/CCC). Las organizaciones ciudadanas, científicos y operadores de turismo locales han denunciado ante el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca), la inusual muerte secuencial de cuatro ejemplares de ballenas en los alrededores de sitios de salmonicultura intensiva, que operan al interior de parques y reservas nacionales en la Patagonia chilena. Estos eventos han ocurrido en un breve período de dos meses en las regiones de Aysén y Magallanes, contando con registros audiovisuales que han acompañado a las denuncias al Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca).
El inicio de estas interacciones letales que afectan a especies que están bajo protección de acuerdos y leyes nacionales e internacionales, ocurrió el 12 de septiembre pasado tras la denuncia del varamiento de un ejemplar de ballena Sei (Balaenoptera borealis), el cual presentaba un amarre (cabo) alrededor de su cuerpo, entre el espiráculo (fosas nasales) y las aletas pectorales. El ejemplar de 10 mts de longitud se encontraba sangrando y aparentemente vivo, lo que fue comprobado por un equipo de médicos veterinarios del Sernapesca de Aysén.
El hallazgo ocurrió en el área costera adjunta al centro de cultivo de salmones “Paso Galvarino”, ubicado en el canal Puyuhuapi, comuna de Puerto Cisnes, región de Aysén, el cual es propiedad de la empresa Granja Marina Tornagaleones de Salmones Marine Farm. La ballena Sei falleció luego de agonizar, hundiéndose su cuerpo a unos 8 mts de profundidad en el canal Puyuhuapi.
Transnacionales salmoneras amenazan la sobrevivencia de las ballenas patagónicas
Con posterioridad, el 28 de octubre se registró un ejemplar de ballena jorobada (Megaptera novaeangliae) muerta y “presumiblemente enmallada” en el centro salmonero industrial “Muñoz Gamero 1”, ubicado en el seno, área que ocupa la Reserva Nacional Kawésqar, región de Magallanes.
El centro salmonero pertenece a la empresa Salmones Islas del Sur, filial de la empresa de capitales chinos Australis Seafoods / Joyvio, ubicado al interior de la Reserva Nacional Kawésqar. La empresa de propiedad de la transnacional Lenovo señaló al Sernapesca que la ballena habría llegado muerta al sitio de cultivo (sic). La autoridad fiscalizadora solicitó a la empresa china informar sobre la existencia de antecedentes en alguno de los centros que opera en el sector de Estero Cupquelan o desembocadura del Río Exploradores que den cuenta de algún incidente con cetáceos entre el 21 y 30 de octubre.
Un tercer registro correspondió al hallazgo dos días después de una ballena jorobada muerta a metros del centro de cultivo industrial “Huillines 3”, perteneciente a la transnacional canadiense Cooke Aquaculture, ubicado en el Parque Nacional San Rafael, región de Aysén. El centro industrial a pesar de no encontrarse en operaciones por estar en período de “descanso sanitario”, luego de ser sancionado por violaciones a la normativa ambiental, y en un proceso de acuerdo de relocalización con el actual gobierno, posee un módulo de ensilaje de las mortalidades de peces, el cual está abandonado en el mar, conteniendo en su interior ácidos y químicos que se utilizaban para desnaturalizar los peces muertos.
Lo irónico de esta situación, señala Peter Hartmann, de Codeff Aysén, durante su visita al área, es que este módulo tóxico posee un plan de contingencia y Resolución de Calificación Ambiental 640/2012 para operar dentro del parque nacional (sic). A su vez, la Dirección de Territorio Marítimo de la Armada autorizó el empleo de químicos preservantes y acidificante para ser usados en agua dulce. Sin embargo, la instalación salmonera se encontraba operando en el mar, donde su descarga contaminante está prohibida.
En un registro audiovisual del 20 de octubre, entregado por una empresa operadora de tour que realiza el trayecto entre Bahía Exploradores y la Laguna San Rafael, se aprecia a la ballena nadando a la altura de la desembocadura del río Exploradores, donde Cooke Aquaculture posee los centros Punta Caldera y Río Claro 05.
La Superintendencia de Medio Ambiente solicitó a la transnacional canadiense informar sobre el posicionamiento georreferenciado del cetáceo al momento de la última inspección, así como las condiciones en que se encontraba el ejemplar muerto, en particular, si presentaba evidencia de enmalle con redes o interacción con cabos o amarres.
Una semana después el equipo de la organización Whalesound reportó un cuarto registro de un cetáceo muerto. Se trataba de otro ejemplar de ballena Sei (Balaenoptera borealis), muerto, esta vez, en el interior del Parque Marino Francisco Coloane, región de Magallanes.
El Parque Marino Francisco Coloane es el único lugar en el hemisferio sur donde las ballenas jorobadas se alimentan fuera de las aguas antárticas. Con una superficie de 67 mil hectáreas, es el primer parque marino en Chile y el lugar de alimentación más importante para las ballenas jorobadas, sei y minke. La presencia de estos cetáceos motivó en 2003 la creación del área marina costera protegida (AMCP) Francisco Coloane, con el objetivo de resguardar el borde costero. De manera complementaria, se creó un parque marino de 1.500 hectáreas dentro del AMCP para conservar las áreas claves de alimentación de la ballena jorobada, y de reproducción de lobos marinos y del pingüino de Magallanes.
Chile, país de ballenas en peligro
Chile es un país de ballenas. De las 94 especies de cetáceos existentes en el planeta, 43 tienen su hábitat y áreas de reproducción, crianza y alimentación en aguas de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Chile. De ellas, 26 especies de cetáceos (un 28%) habitan en las regiones de la Patagonia chilena. Sin embargo, la presencia de ballenas en las regiones australes -muchas de ellas en estado crítico de conservación- interactúa con consecuencias letales con el actual proceso de expansión y destructiva ocupación industrial de los bordes costeros y archipiélagos que realiza la mega industria exportadora de salmónidos.
Esta industria, con una presencia mayoritaria transnacional, destina más del 80% de sus producciones a 75 mercados internacionales, entre los cuales destacan Estados Unidos, Japón, Brasil y la Unión Europea. Actualmente, la industria con apoyo del Estado chileno tiene como objetivo el superar su actual producción de 1 un millón de toneladas anuales de salmones y alcanzar 1,2 millones de toneladas de estas especies de peces carnívoros introducidos en aguas de la Patagonia chilena para el 2032.
Este éxito exportador, solo superado por Noruega, genera grandes ganancias a las empresas que operan en Chile, cuyas producciones se valoraron el 2023 en 6,5 mil millones de dólares (6,5 Billions US$), con altísimos costos sociales y ambientales, debido a sus subestándares indicadores ambientales, laborales y de derechos humanos que presenta esta industria exportadora.
Lo anterior se expresa en el registro de 76 trabajadoras y trabajadores muertos en centros de cultivos, plantas procesadoras, la flota de transporte de carga naviera entre el 2013 y 2023. A ello se agrega una creciente mortalidad de ballenas al interior de las áreas protegidas de la Patagonia chilena, ocupadas “irregularmente” por las operaciones de 416 centros de cultivo industrial, y el accionar de 1000 embarcaciones de transporte de carga de la industria salmonera.
Unidad y lucha contra la destrucción socioambiental y una moratoria a la expansión salmonera en el sur de Chile
Estos cuatros hallazgos de mortalidades de grandes ballenas cetáceos en tres meses demuestran, tanto a las organizaciones socioambientales chilenas y a los consumidores norteamericanos -principal mercado de destino del salmón chileno-, la existencia de una amenaza extrema a la que se ven enfrentadas las poblaciones de mamíferos marinos en el “far west salmonero” patagónico por eventos de contaminación química (antibióticos y antiparasitarios), contaminación orgánica (fecas de salmones y alimento no consumido), contaminación de áreas costeras por infraestructuras y basura de los centros de cultivo (boyas, redes, cables tensores metálicos, sogas), contaminación sónica submarina y colisiones letales con las flotas navieras de transporte y carga, enmallamientos en redes de los centros salmoneros y operaciones de pesca, entre otras causas.
Por ello, el Centro Ecoceanos y el Centro de Conservación Cetácea (CCC) impulsan las exigencias ciudadanas de moratoria a la expansión territorial y productiva de la mega industria salmonera en la Patagonia chilena; salida sin reubicación de los 416 centros de cultivos que operan al interior de Parques Nacionales y áreas protegidas; eliminación de pisciculturas y centros de cultivos en ecosistemas altamente vulnerables (lagos, ríos y fiordos); caducidad de las concesiones salmoneras que violan las regulaciones nacionales para la acuicultura; cese de los subsidios estatales a la billonaria industria salmonera que opera en Chile, investigación sobre las subestándares condiciones laborales y de derechos humanos que afectan a trabajadores, buzos y tripulantes de esta industria exportadora.
Para dotar de fuerza a estas demandas de ciudadanos, científicos y comunidades, llamamos a las y los consumidores nacionales e internacionales a no comprar ni consumir salmón químico industrial de la Patagonia, debido a sus destructivos impactos ambientales, sanitarios, sociales y laborales que afectan a las comunidades de pueblos originarios y trabajadores, constituyendo una forma de competencia desleal en los mercados internacionales.****FIN****