La tolerancia, la libertad y la democracia sueca que recibió a los inmigrantes chilenos. Por el cineasta Rodrigo Goncalves
Por Rodrigo Goncalves, cineasta.
Llegar casi sin escala de Chile a Suecia, fue un choque cultural tremendo; casi me hace volver de inmediato a la empanada con vino tinto, al país con la bandera más linda del mundo, con la canción nacional ganadora en un concurso internacional, y al «verás como quieren en Chile» y toda esa pomada que nos inventamos, que tragamos, sin que nunca las cuestionemos.
Por suerte mi ex mujer me remeció, haciéndome entrar en razón, lo cual no dejaré de agradecerle toda la vida. Con Kristina estuvimos casamos veinticinco años. Tenemos una bella hija llamada Jõana Amanda. A Kristina debo el haberme mostrado gran parte del mundo, el haber vivido hasta empaparme de ese maravilloso país que es Suecia; el haber conocido y vivido en Mozambique, como también haberme cruzado con muchas otras culturas, compartir un sinnúmero de importantes experiencias, que son la base de lo que he llegado a ser.
Imaginense que a los pocos días de estar en Estocolmo fui a visitar el Museo de Arte Moderno; no lo podía creer cuando entré a uno de los salones y vi una pintura de no menos de cinco metros de largo por casi tres de alto.
En la enorme tela figuraban todas las personalidades más reconocidas del país, políticos como Olof Palme, tenistas como Bjork Borg, artistas como Bergman, intelectuales, gente de la TV, entre los muchos personajes que componían la escena.
Eran no menos de cien figuras que inundaban de extremo a extremo la obra. Bien, en medio de toda esa masa humana había una enorme figura de por lo menos cuatro metros de largo, acostado y desnudo, era nada menos que el actual rey Carl Gustav. Lo más increíble era ver que el rey estaba excitado, su miembro viril medía casi dos metros y medio, el aparato real cubría casi el alto total de la tela.
Pero lo que sigue era aún mas fantástico, el pene erecto del rey cumplía la función de un caño, pero peludo, por el cual descendía placidamente la reina Silvia desde lo más alto, mientras en su rostro se dejaba dibujar la sonrisa eterna, de oreja a oreja, que describía perfectamente el momento de felicidad que la reina experimentaba y que la hacía verse dichosa y radiante en esta majestuosa obra del arte contemporáneo.
Esa imagen, esa escena, me marcó en definitiva, fue como una luz muy clara, que en forma inmediata me permitió entender a cabalidad lo que significan libertad y democracia. Cuando la libertad y la democracía están en el ADN mismo de una sociedad. Tolerancia, diversidad, libertad de creación sin tabúes, sin tiranías de religiones, de monarquías, de partidos políticos o de elites económicas que funcionan como tapón.
Del libro «Imagenes de una retrato cinematografico» de Rodrigo Goncalves