«Barrio Lastarria», la reciente novela de Omar Pérez Santiago se desarrolla en un contexto de la inseguridad del barrio y la corrupción social. También aborda la cotidianidad, la juventud y la muerte. Convoca a las históricas generaciones que enfrentaron la dictadura de Pinochet. La novela Barrio Lastarria ya fue presentada en Santiago en la Furia del Libro en el centro cultural Gabriela Mistral.
Pregunta: El protagonista camina rabioso por su viejo Barrio Lastarria, sucio y desgastado. Su Barrio Lastarria que fue hermoso en su juventud. ¿Cómo surge su personaje de la novela Barrio Lastarria?
Andar irritado son las señales de la vejez, piensa Séneca. El filósofo romano Séneca cuando tenía poco más de 60 años, visita su casa de campo construida por sus propias manos. Hace mucho tiempo que no la visita. Su casa está ruinosa, al igual que los árboles de su jardín, con ramas “retorcidas y marchitas» y los troncos «patéticos y gastados». Entonces Séneca no puede evitar concluir que él mismo está viejo. Tal como el pobre Séneca, el protagonista de la novela se encuentra con un barrio que está en mal estado.
Así tu protagonista se enfrenta de repente a su pasado, un torturador que ha hecho mucho daño. ¿Cuál es el dilema?
A mí, como a mucha gente, me gusta que los malos en las películas sean los que mueran al final. Qué sufran. Son dilemas graves, pero verdaderos. Recuerda el fantasma del rey Hamlet. El rey le informa a su hijo que a él lo mató su hermano Claudio. El príncipe Hamlet medita todo el rato si matar o matar a su tío. La venganza como asunto civilizatorio. Si no hay justicia, hay la ley del Talión. Diente por diente, ojo por ojo.
Tu novela aparece como una dura crítica a lo que sucede en el mundo, casi una visión final.
Una novela no tiene la obligación de predecir el futuro. El arte de la novela no es instrumental, no tiene agenda y no promete resultados útiles. Ni ángeles que consuelen.
Aunque si creo que la democracia en el mundo está en declive. El 70 % de la población mundial está gobernada por autócratas. Gobiernan con mentiras, apoyados en una cleptocracia que se adueña de todo y crece su amplia red de influencia. Los viejos mecanismos de las democracias parecen ineficientes con la enshitificación o empobrecimiento de las plataformas de las redes sociales. La humanidad está en riesgo. Y cuesta ver una salida.
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