21 - marzo - 2025

En la época de las mentiras y las fake news, el filósofo Parménides se puso de moda. La historia es una ilusión. Por Joan-Carles Mèlich

El filósofo heleno Parménides está de moda. En la época de las mentiras y las fake news. 

EL TIEMPO ES UNA ILUSIÓN

Joan-Carles Mèlich

De LA SABIDURÍA DE LO INCIERTO, Lectura y condición humana

El primer gran texto metafísico del que tenemos noticia es el Poema de Parménides. De él se deducen algunas tesis básicas que han marcado en profundidad el espíritu de Occidente, que han determinado nuestra educación intelectual y sentimental.

La primera de ellas, y quizá la más importante, es que el tiempo es una ilusión. El Ser, la realidad última y primera, la verdadera realidad, ha sido, es y será siempre Una y la Misma, una realidad absoluta.

El pensador Parménides de Elea inaugura, con esta tesis, una tradición que sostiene que todo lo que tiene que ver con el movimiento, con el cambio, con la caducidad, con la generación y con la muerte es un gran engaño, porque el tiempo no existe.

Este prejuicio es el que ha marcado nuestro modo de ver y de ser en el mundo: el privilegio de lo inmóvil y el desprestigio de las transformaciones.

Digámoslo con otras palabras: desde Parménides sabemos que la filosofía metafísica es una lucha contra el tiempo.

Los grandes sistemas metafísicos, sean del signo que sean, tienen en común un horror al tiempo y, por ello, a lo singular y a la historia, a la contingencia y a los acontecimientos.

Según ellos, el verdadero Ser es un «Ser sin tiempo», porque si el Ser fuese temporal, entonces necesariamente cambiaría, y por lo tanto, sería relativo y situacional.

Pero, para Parménides y sus seguidores, eso es imposible. Lo que de verdad «es» tiene que ser de forma idéntica; no puede transformarse, no depende de nada ni de nadie, no tiene matices ni formas.

Por ello, no hay ética en esta filosofía, solo hay moral, porque la ética es la creación infinita de una «forma» y toda «forma» implica «transformación», y en los sistemas metafísicos nada se transforma.

En ellos, todo es Uno, todo se reduce a una Unidad que organiza la vida, no hay «forma» sino «fondo».

Y si todo es Uno, entonces, en definitiva, no hay ni singularidad ni alteridad, y tampoco no hay verdadera diferencia porque todo está en todo, porque nada es exterior a nada.

Probablemente sin darnos cuenta, hemos leído nuestra vida desde una imagen parmenídea del mundo, nos hemos imaginado el conocimiento y la moral desde la filosofía que hemos heredado del maestro de Elea. Pero no cabe duda de que este relato no hubiera llegado hasta nuestros días sin un filósofo que ha dominado, y sigue dominando en buena medida y bajo distintas máscaras, el pensamiento occidental: Platón.

El filósofo de Atenas nos dejó una herencia extraordinaria, de un poder de seducción ilimitado. Aunque muchos nunca leerán sus obras, su teoría ha determinado implícitamente nuestro modo de ver la vida y de ser en el mundo.

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