Foto ‘Máscaras contra el fuego’ de Lee Miller, 1941.
La nueva era geopolítica se caracteriza por la incertidumbre, la complejidad y la volatilidad. Los estados y otros actores están adaptándose a estos cambios, y el futuro del orden mundial es incierto.
Muchos expertos y analistas consideran que estamos viviendo una nueva era geopolítica, caracterizada por cambios significativos en el equilibrio de poder global y en la naturaleza de las relaciones internacionales. Aquí hay algunos puntos clave que respaldan esta idea:
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Multipolaridad:
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El mundo está pasando de un orden unipolar (dominado por Estados Unidos) a uno multipolar, con el ascenso de potencias como China, Rusia y otras economías emergentes.
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Esto lleva a una mayor competencia entre estas potencias por influencia y recursos.
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Conflictos y tensiones:
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La guerra en Ucrania ha intensificado las tensiones entre Rusia y Occidente, y ha generado una nueva división en el panorama geopolítico.
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También hay tensiones crecientes en otras regiones, como el Indo-Pacífico, donde la competencia entre Estados Unidos y China es cada vez más intensa.
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Cambios tecnológicos:
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Los avances tecnológicos, como la inteligencia artificial y la ciberseguridad, están transformando la forma en que se ejerce el poder y se llevan a cabo los conflictos.
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El ciberespacio se ha convertido en un nuevo campo de batalla, donde los estados y otros actores pueden llevar a cabo ataques y operaciones de influencia.
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Cambio climático:
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El cambio climático se ha convertido en un factor geopolítico importante, ya que puede generar conflictos por recursos y desplazamientos masivos de población.
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La necesidad de abordar el cambio climático también está impulsando la cooperación y la competencia entre los estados.
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Reconfiguración de alianzas:
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Se están reconfigurando las alianzas tradicionales, y están surgiendo nuevas asociaciones entre países.
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Por ejemplo, la expansión de los BRICS muestra el deseo de algunos países de desafiar el orden mundial existente.
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En resumen, la nueva era geopolítica se caracteriza por la incertidumbre, la complejidad y la volatilidad. Los estados y otros actores están adaptándose a estos cambios, y el futuro del orden mundial es incierto.