Arianna de Sousa-García, Sara Viloria, Georgina Ramírez. Escritoras venezolanas en Chile enriquecen el panorama literario. «No bajes la cara, no apartes la mirada, no te doblegues ante la ignorancia ni el horror.»
Escritoras venezolanas reconocidas han llegado a Chile en los últimos años.
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Georgina Ramírez, 1972
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Poeta y editora, reside actualmente en Santiago de Chile. Ha publicado varios poemarios y dirige el movimiento cultural «La Parada Poética».
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MANTIS
Se abre la pierna para fracturar el mundo
Y la boca
que en vano intenta desviarse
se enreda
Un caudal en ráfaga
hace estragos
los olores arañan
la lengua devora todo resto
cae rendida ante el follaje
perece
Hay presas que merecen ser mordidas
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Sara Viloria, 1991
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Poeta y pintora, con varios años residiendo en Chile. Su poesía ha evolucionado desde la nostalgia y la denuncia hacia una exploración de su identidad en el contexto chileno.
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POEMA 44
Nos reunimos en tu cumpleaños
ellos sonreían
sentados en el sofá café
junto a la estufa y las cajitas de fósforos
revelaban sus pequeñas cicatrices
en las muñecas, en las piernas,
en los brazos
tu padre sonreía mostrando su dentadura blanquísima,
a la luz de la piel
recién cosida, más clara,
levantada y resplandeciente
Era una exhibición de dolores
que ya no importaban
un registro cartográfico
de lugares en los que no se debió estar
tu prima dijo con candidez que
las cicatrices había que volver a herirlas,
aprovechar mientras estaban frescas
despertar a los glóbulos rojos
antes de que se hicieran blancas,
cómo la memoria, el cielo nublado,
la leche reposada en el café
todos mostraban abiertamente sus rasgaduras,
sus cuerpos llenos de besos, matices y tajos
qué forma tan honesta de celebrar la vida
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Arianna de Sousa-García, 1988
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Escritora y periodista, autora del libro «Atrás queda la tierra», una crónica personal sobre el exilio.
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ATRÁS QUEDA LA TIERRA
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Siempre pensé que sería algo momentáneo. Ahora que lo pienso, creo que todos cuando nos vamos creemos que lo será y al final termina siendo la vida. Esta es la vida.
Nuestro éxodo, masivo y sonoro como es, ha sido fácilmente ignorado e incluso condenado por casi todos nuestros hermanos soberanos de la li-ber-tad a pesar de ser el más grande que ha vivido este hemisferio en los últimos cincuenta años.
Las cifras más aceptadas dicen que en Colombia viven 2.477.588, en Perú 1.506.368, en Estados Unidos 545.200, en Ecuador 502.214 y que en Chile somos 444.423, y, sin embargo, ahora sabemos que los números siempre se quedan cortos. Los destinos subsiguientes en popularidad son España, Brasil, Argentina, Panamá y República Dominicana. La evidencia dice claramente que nos fuimos donde pudimos irnos, donde llegaron los pies, los contactos, hasta donde alcanzó el dinero.
Aun así tienen la desfachatez de llamarnos fascistas con una facilidad deslumbrante, de darnos discursos ideológicos desde sus barrios con agua y luz, desde sus refrigeradores llenos, y cómo no, de decirles a estos pobres vulgares muchachos bananeros lo que tuvimos que haber hecho.
Pero tú no bajes la cara, no apartes la mirada, no te doblegues ante la ignorancia ni el horror.