Solo soy solo un calamitoso carretero de la Muerte. Soy el que conduzco una carreta oscura y ruidosa que recoge las almas de los muertos.
A menudo me las arreglo para ayudar a alguien. Pero con la misma frecuencia sucede que fracaso. Muchas veces, sentado aquí en la carreta, me escucho y pienso en mis adentros que, si tan solo pudiera enviar un solo mensaje al pueblo.
Sería esto:
No hay tristeza por ser un segador, cuando el campo está lleno de trigo maduro. Pero si alguien tuviera que salir a segar jóvenes espigas, que no estaban más que a medio crecer, sentiría que es un trabajo cruel e ingrato.
Si tan solo la gente supiera que es fácil ayudar a los viejos que están al otro lado de la línea y tienen su trabajo terminado, sus deberes cumplidos y sus lazos casi ya cortados.
Pero lo difícil es liberar a los jóvenes que no tienen nada terminado, y abandonan aquí a todos los que aman. Si se entendiese esto, se podría hacer un esfuerzo para que el trabajo del carretero de la Muerte fuese menos penoso.
Durante todo el tiempo he oído hablar de una sola enfermedad: la epidemia. La pandemia ha estado conmigo todo este año. Se propaga entre jóvenes, la semilla inmadura, la semilla joven que cae a mi suerte para segar. Durante el primer período en que conduje la carreta de la muerte, pensé constantemente: si la tuberculosis desapareciera, mi trabajo no sería tan pesado.
Ahora sé mejor que antes de lo que la gente es capaz. Algún día vencerán a este enemigo, la epidemia de la tuberculosis, con las armas del conocimiento y la perseverancia. No descansarán hasta que se hayan librado de la tuberculosis y de todas las otras grandes enfermedades que los precipitan antes de la vejez. No es de esto de lo que depende el asunto.
La gente está ansiosa por organizar todo para que sea lo mejor para ellos mismos en su mundo. Creo que llegará el día en que la pobreza y el alcoholismo, y todas las miserias que acortan la vida, ya no existirán; Pero no significa que el trabajo del carretero de la Muerte se vuelva menos laborioso por esto.
Pronto es la mañana de Año Nuevo. Cuando la gente despierte, pensarán primero en el nuevo año, y en todo, en lo que desean y esperan que les dé, y luego en todo su futuro.
Pero entonces quisiera decirles que no deberían desear la felicidad en el amor, ni el éxito, ni la riqueza, ni el poder, ni la larga vida, ni siquiera la salud; Me gustaría que juntaran sus manos y ordenaran sus pensamientos en torno a una oración:
¡Señor y Dios mío, que mi alma llegue a la madurez antes de que sea segada, antes que sea cortada!
Versión de Omar Pérez-Santiago. De El Carretero de la Muerte de Selma Lagerlöf, 1921.
