06 - noviembre - 2024

El poder de los Matte sirvió esta vez a una causa despreciable. Su disculpa no es suficiente.

Santiago de Chile, 5 de Abril 2011. (Radio del Mar). Es muy difícil de entender o creer que una persona con el poder de Eleodoro Mate, el hombres más rico y poderoso de Chile, no sea consciente de las consecuencias de las actitudes que asume o de los gestos que realiza. Su solicitud de «entrevista o reunión» con el Fiscal Nacional, no es algo que sea accesible para el ciudadano común. De la misma manera, en un Poder Judicial que no se carateriza por su rapidez, su solicitud de «acelerar el proceso a Karadima a las tres semanas de iniciado, sólo puede ser interpretado como una «presión indebida», para tender un manto de impunidad sobre una persona acusada de delitos aberrantes, a quien, sin embargo, él y su familia otorgaban protección, llegando incluso a realizarle costosos regalos y pagar a los abogados encargados de su defensa.

El empresario Eliodoro Matte admitió hoy que pedir una entrevista con el Fiscal Nacional, Sabas Chahuán, en medio de la indagatoria contra el «abusador de niños» Fernando Karadima fué un error y le ofreció disculpas a la máxima autoridad del Ministerio Público.

En una carta publicada este martes por El Mercurio, Matte señala que el columnista Carlos Peña tiene razón al cuestionar la audiencia que sostuvo en mayo del año pasado con Chahuán, en la cual le solicitó apurar la indagatoria del caso contra el sacerdote.

«Su línea de argumentación es correcta, salvo su afirmación de que se hizo a espaldas del público, lo que no es efectivo porque se utilizó el mecanismo regular de audiencias. Solicitar dicha entrevista fue un error y aprovecho de pedirle disculpas al Fiscal Nacional», indicó el empresario.

A continuación, afirmó que presenta sus excusas «en conciencia de que todos los que ostentamos alguna autoridad o poder debemos ser extremadamente cuidadosos al ejercerlo».

Sabás Chahuán señaló el pasado 28 de marzo que «ellos (la familia Matte) querían que la investigación fuera lo más rápida posible, porque tenían vínculos de amistad con Karadima, él y su señora».

En esa oportunidad, aseguró además que «no hay nada que ocultar» y que jamás recibió presiones, puesto que no las acepta y porque que la Fiscalía no tiene ninguna contemplación con delitos como el abuso sexual.

Para que sean unas disculpas verdaderas, Matte, Eliodoro, debe entonces transparentar si es que ha financiado la defensa del condenado por el Vaticano, Fernando Karadima, que realizó «abusos sexuales con violencia a niños». *****FIN*****

Esta es la carta de Eliodoro Matte y la Columna de Carlos Peña que origino la respuestya de Matte:

Martes 05 de Abril de 2011
Cartas al Director El Mercurio
Entrevista con Fiscal Nacional

Señor Director:

Se ha suscitado un debate respecto de una entrevista que le solicité al Fiscal Nacional, señor Sabas Chahuán. Carlos Peña, en su columna del domingo 3 de abril, tiene razón al cuestionarla. Su línea de argumentación es correcta, salvo su afirmación de que se hizo a espaldas del público, lo que no es efectivo porque se utilizó el mecanismo regular de audiencias. Solicitar dicha entrevista fue un error y aprovecho de pedirle disculpas al Fiscal Nacional.

Formulo mis excusas en perfecta conciencia de que todos los que ostentamos de una u otra forma alguna autoridad o poder debemos ser extremadamente cuidadosos al ejercerlo. Quienes me conocen saben que siempre he seguido esa línea de acción en mis actividades privadas y en la promoción de políticas públicas que estimulan la apertura y la transparencia.

Eliodoro Matte L.
______________________________
Carlos Peña
Domingo 03 de Abril de 2011
El Mercurio

Matte y Chahuán

Carlos Peña.jpg

El caso Karadima está en curso de convertirse en el paradigma de la sociedad chilena.

Es cosa de examinar el incidente en que se vio envuelto Eliodoro Matte.

Fundado en nada más que su nombre -o lo que es lo mismo: en lo que su nombre invoca, en mayo pasado, Eliodoro Matte tomó el teléfono, pidió una entrevista con el Fiscal Nacional y le hizo saber que él y su familia estaban personalmente preocupados del procedimiento que se ejecutaba respecto de Karadima. ¿A qué se debía su sobresalto?, preguntó el fiscal. Lo que ocurre -habría explicado Eliodoro Matte mientras sorbía el café a que lo invitó Sabas Chahuán- es que él y su señora tenían vínculos de amistad con Karadima. Así que esperaba, por el bien de todos, desde luego, que el asunto se tramitara con prontitud.

Hasta ahí el incidente.

No hay evidencia de que en la entrevista Eliodoro Matte haya pedido nada ilegal. De hecho, la conversación pareció inocente: una persona preocupada de la celeridad con que se lleva el caso de un amigo suyo. ¿Acaso hay algo relevante en solicitar lo obvio? Parece que no, pero en tal caso, ¿por qué Eliodoro Matte se dio tiempo para hacerlo?

La respuesta es muy sencilla.

Austin, un filósofo inglés de la segunda mitad del siglo veinte, dijo que los seres humanos podemos hacer cosas con palabras. Llamó a eso efecto ilocucionario. Palabras en apariencia inocentes poseen, a veces, funciones muy distantes de su significado explícito. «Agua», dicho en medio de un incendio, equivale al acto de pedir auxilio. «Le haré una oferta imposible de rehusar», equivale a un acto de amenaza. «Espero que el asunto se tramite con rapidez», dicho por un hombre poderoso a un fiscal inadvertido puede equivaler a «quiero que sepa que yo y los que me rodean estaremos mirando lo que usted decida respecto de mi amigo».

Justo lo que hizo Eliodoro Matte.

Visitó al fiscal para interceder por Karadima y al esgrimir su amistad como un antecedente que legitimaba su acto, cedió además a esa pulsión que caracteriza a la élite tradicional: la creencia de que, bajo ciertas condiciones, les corresponde a sus miembros certificar quién vale la pena y es digno de confianza, y quién, en cambio, es merecedor de sospecha. Y sirviéndose de su nombre -o del poder que su nombre invoca, que es lo mismo- manifestó una preocupación en apariencia inocente, pero que para quien sabe cómo funciona la sociabilidad chilena de inocente no tiene nada.

Inaceptable.

Eliodoro Matte tiene, por supuesto, derecho a ser amigo de quien le plazca, recibir en su casa a quien prefiera, poner sus esperanzas en la fe que juzgue más consoladora y repartir sus lealtades y sus donaciones de acuerdo con su discernimiento.

En todas esas cosas Eliodoro Matte es soberano.

Pero en lo que atinge al modo en que se ejercen las funciones públicas y especialmente la manera en que se ejercita el poder punitivo del Estado -las cosas que se han confiado a Sabas Chahuán-, el soberano no es él, sino que los ciudadanos cuya voluntad se plasmó en la ley.

Sabas Chahuán tampoco lo hizo mucho mejor.

Los ciudadanos han depositado en las fiscalías el poder de la persecución penal. Qué casos merecen ser llevados a juicio y cuáles no, en suma, sobre quiénes se desatará el monopolio de la fuerza reunida en el Estado es algo que depende de la fiscalía que supervisa y dirige Sabas Chahuán. Y él, al ejercer esa delicada función, debe actuar con pleno respeto de la igualdad ante la ley y cuidando, hasta el escrúpulo, que sus actos no lesionen ni siquiera la apariencia de imparcialidad. Al recibir a Eliodoro Matte sin otra consideración que su nombre, lesionó los modales que se esperan de un funcionario de su altura. Hay miles de ciudadanos que, con más razón que los amigos de Karadima, querrían entrevistarse con el fiscal; pero como su nombre no invoca nada, esperan en vano.

No hay caso.

Chahuán y Matte olvidaron que, en lo que atinge a la ley, lo que se hace a espaldas del público, incluso si se hace en nombre de la amistad, es injusto.

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