Por María Zacco BUENOS AIRES,
ANSA
11 de abril ed 2011
La memoria, ese espacio intangible al que se vuelve una y otra vez para revisar los hechos del pasado, es la protagonista de «Nostalgia de la luz», un documental en el que el realizador chileno Patricio Guzmán reflexiona sobre el tiempo, la distancia, el olvido y la muerte.
La película, es la más reciente producción del autor de «La batalla de Chile», que viajó a Buenos Aires para presentar una retrospectiva sobre su obra en el marco del Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI).
El rodaje se realizó en el fabuloso desierto de Atacama -el más árido del planeta-, ubicado en el norte de Chile, a 3000 metros de altura, donde el cielo y el suelo están repletos de huellas misteriosas. El terreno rojo esconde yacimientos arqueológicos, vías férreas que transportaban minerales, momias precolombinas y cañones usados durante la Guerra del Pacífico. También se ven las cúpulas blancas de un observatorio astronómico, donde los científicos estudian la Vía Láctea.
Y a pocos kilómetros, ese territorio inhóspito revela su secreto más tenebroso: los restos de los desaparecidos por la dictadura de Augusto Pinochet, que son buscados incansablemente desde hace más de treinta años por un grupo de mujeres, munidas de una pala. Son «las mujeres de Calama» que pretenden darles sepultura a sus seres queridos.
«Atacama es un depósito de la memoria de la Tierra», dijo a ANSA Guzmán, quien halló un curioso punto de encuentro entre arqueólogos, astrónomos y las mujeres del desierto. El realizador trabajó durante cuatro años en el guión, donde las distintas búsquedas gravitan en torno del pasado, como lo hace la Tierra alrededor del Sol.
«Tenía varias cuestiones: los arqueólogos que buscan momias; los astrónomos que estudian el Universo, las minas abandonadas y las mujeres del desierto. Entendí que debía cruzar esas historias. Es decir, que un astrónomo se reuniera con las mujeres y que un arqueólogo hablara de los astrónomos. Así surgió una fábula que todo el mundo entiende», explicó. Al cruzar esas líneas, Guzmán se dio cuenta de que «todos están detrás de un pasado». El documentalista chileno logra fundir estos temas en una poética reflexión filosófica en la que se pregunta sobre una gran contradicción de la sociedad chilena: el empeño, a través de la ciencia, de buscar en un pasado remoto, y la negación de revisar el pasado reciente, que ha sido enterrado.
«No entiendo esa actitud. Considero que para poder hacer un país próspero y contento hay que resolver las cuestiones del pasado. Creo que hay un pacto de silencio entre la clase política y los militares, no importa si son de la centroizquierda o de derecha», expresó.
Guzmán sostuvo que en Chile no existe voluntad política para revisar el pasado: sólo se resolvieron el 40 por ciento de los casos relacionados con la violación de los derechos humanos durante la dictadura de Pinochet.
«Ese porcentaje no fue resuelto por los políticos, sino por los familiares de las víctimas, los organismos de Derechos Humanos y los periodistas y jueces honestos que investigaron. Ya pasaron casi 40 años y uno se pregunta qué pasa con ese 60 por ciento de casos aún no revisados», dijo. Durante el rodaje de «Nostalgia de la luz», las mujeres de Calama hallaron los cuerpos de dos hombres y una mujer en el desierto de Atacama. Debido a la ausencia de humedad en la zona, estaban momificados y en perfecto estado. Las delgadas manos de una joven, unidas por las muñecas con una cadena, se ven en la pantalla en primerísimo primer plano y son la imagen de la impotencia. «Como ningún militar habla, las cosas no avanzan. Y cada año van a aparecer uno, dos o más cuerpos como un goteo sobre la conciencia del país», expresó. En los años ’80, cuando salió a la luz la búsqueda de las mujeres en el desierto, el gobierno de Pinochet ordenó remover los cuerpos hacia otro sitio. Por eso, generalmente se encuentran pequeñas piezas de huesos o dentaduras.
La memoria es un tema central en la obra de Guzmán. Se impuso en la trilogía «La batalla de Chile» (1972-1979), que retrata en tiempo real los acontecimientos de los años 70 y 80 en Chile, y continuó en «En nombre de Dios», «El caso Pinochet» y «La memoria obstinada», un ensayo sobre la emoción de recordar, hasta llegar a «Nostalgia de la luz». Podría decirse que fue el empeño por recuperar la memoria chilena lo que lo indujo a convertirse en documentalista, pero él asegura que esa pasión por documentar surgió durante el gobierno de Allende.
«Yo vivía en España, donde estudiaba cine, y cuando Allende fue elegido presidente, rematé mi casa y volví a Chile. Cuando llegué, vi tal grado de participación popular y alegría colectiva, que decidí registrarlo. Más aún, después, cuando aplastaron esa experiencia de manera tan inhumana», detalló. Su pasión por la astronomía, en cambio, comenzó mucho antes, cuando tenía 14 años, tras una visita al Observatorio Astronómico de Santiago.
«Quedé tocado para siempre con el tema. La gran lectura de mi adolescencia fue una revista argentina que se llamaba Más Allá y hablaba de astronomía. Solía mirar al sol con trozos de cristal ahumado, rememoró.
De hecho, el telescopio que aparece en el comienzo de la película -fabricado en 1900 en Dresde, Alemania- es el mismo por el que Guzmán se asomó por primera vez a las estrellas, cuando tenía 14 años.
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