01 - febrero - 2025

Adios a Ernesto Sábato, ejemplo de un gran humanista

Santiago de Chile, 8 de Mayo 2011. (Radio del Mar). En medio de una semana por demás agitada, con el «heroico» operativo que terminó con la vida casi legendaria de Bin Laden, los fastos reales por la boda del heredero de la Corona Británica, las vergonzosas maniobras para ocultar la verdad en torno a HidroAysén y criminalizar a quien se oponga, los intentos para mantener vivo un «caso bombas» pese a que ya quedó demostrado que es un invento del Rodrigo Hinzpeter y el ex fiscal Alejandro Peña, quedó opacada una noticia proveniente de Buenos Aires: la muerte de Ernesto Sábato.

Científico, novelista, ensayista y pensador, esta suerte de homo universalis del siglo XX dejó una marca indeleble en el espíritu de los hombres libres y se convirtió en un referente ético ineludible.

Ernesto Sábato fue un auténtico humanista; no sólo por haber sido alguien dedicado a las ciencias humanas (literatura, filosofía) sino, fundamentalmente, por su compromiso ético con las causas más nobles de la humanidad; por su permanente militancia contra el establishment y los «valores» de la cultura capitalista; por su denuncia sin claudicaciones de las injusticias insultantes de un mundo inicuo; por su amor casi franciscano hacia los humildes y los postergados, cuyos padecimientos sentía como propios en la más pura y primera acepción del término compasión; por su condena ­sin compasión­ a todo tipo de censuras y autoritarismos; por su rechazo a la banalidad y a la tilinguería que fueron imponiéndose en la vida de nuestras sociedades tercermundistas pero pertenecientes al Occidente globalizado.

La formación científica de Sábato (estudió física en París junto a Marie Curie) no lo condenó a ser uno de esos individuos ajenos al mundo y sus problemas; antes bien, le permitió tener una cabeza racional apta para la reflexión filosófica y una excepcional capacidad para transmitir esas reflexiones de manera inteligible para el público no iniciado.

En «Uno y el Universo», su primera obra luego de dejar atrás la ciencia («las altas torres que divisé en mi adolescencia y me atrajeron con su belleza ajena de los vicios carnales» y donde «reinan la seguridad y el orden»), Sábato aborda asuntos propios de «un continente lleno de peligros, donde domina la conjetura». Pero es sin duda hacia el último cuarto del siglo pasado que Sábato plantea las cuestiones éticas, filosóficas y políticas que lo abruman. En sus escritos de esa época, se confirman la particular valentía y la innegable lucidez intelectual y moral que lo caracterizan para exponer sus angustias, sus apologías y sus rechazos. En un volumen titulado, precisamente, «Apologías y rechazos» que recoge varios escritos de los años setenta, Sábato nos advierte sobre la crisis que atraviesa la civilización y que haría eclosión, luego del derrumbe oficial y definitivo del mal llamado mundo socialista, para llevarnos al posmodernismo y a la globalización.

De ese libro extraemos los pasajes siguientes, cuya vigencia se mantiene hoy día, por desgracia:

«Cuando amanece salgo al jardín para estar cerca de mis árboles, en ese apacible y noblemente callado mundo vegetal, que más me atrae a medida que más atroz se vuelve el universo en que vivimos. Sentado en un cantero, escucho a los centenares de pájaros que alborozados reinician su pequeña existencia, ajenos a las perversidades humanas, inocentes y felices. Es cuando más pienso en esos millones de chiquitos que crecen como pájaros enjaulados, en ese universo de asfalto y cemento, apartados del hermoso misterio de la tierra y sus germinaciones. (…) Enjaulados en las torres de cemento y aluminio, comenzando su carrera hacia la alienación, entregados al televisor, el máximo y simbólico instrumento de enajenamiento colectivo».

Tengamos presente esta realidad para denunciarla e intentar cambiarla.*****FIN*****

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