Santiago de Chile, 21 de Mayo 2011. (Radio del Mar. Mario Osava para Agencias). Las represas que se construyen en un rincón del noroeste brasileño harán desaparecer un modo de vida bajo sus aguas, imponiendo avances y cambios dolorosos.
El poblado amazónico de Mutum-Paraná, en el estado brasileño de Rondônia, está desapareciendo. Sus últimos inmuebles han de ser desmantelados antes de que las aguas del embalse hidroeléctrico de Jirau, en el río Madeira, lo cubran todo.
Uno de los habitantes ocasionales de Mutum-Paraná, Francislei Araujo da Silva, sintetiza un modo de vida local que también se extingue ante los cambios radicales y repentinos que provoca la construcción de dos hidroeléctricas en el mismo río, Jirau y Santo Antônio, alejadas solo 120 kilómetros una de la otra, en el noroeste del país. «Vivo en esta área desde 1989», dijo Silva a Tierramérica. Sus fuentes de ingreso son la minería, la pesca y la extracción de frutas amazónicas, como el açaí y la castaña, cuando no está prestando servicios de taxi entre ciudades y poblados del oeste de Rondônia. Mutum-Paraná, fundado hace un siglo cuando el caucho natural hacía prosperar la Amazonia, creció luego como punto de apoyo del «garimpo» _la minería artesanal del oro y la casiterita, de la que se obtiene estaño_ que se desarrolló en las tres últimas décadas. La actividad aseguraba pasajeros para el taxi de Silva.
Pero ante la inminencia de la inundación, la mayoría de los 2.000 habitantes del poblado fueron reasentados en Nueva Mutum, un conjunto de 1.600 casas y edificios públicos y comerciales que construyó el consorcio Energia Sustentável do Brasil (ESBR), a cargo de la obra de Jirau y cuyo principal accionista es la corporación francesa GDF Suez.
Silva no fue reconocido como habitante con derecho a optar entre una indemnización o una nueva casa, pues en los días en que se hizo el padrón de la población «estaba afuera, con el taxi en Porto Velho», a 168 kilómetros de Mutum-Paraná, explicó. Él reconoce que no tenía residencia fija, «a veces dormía en el auto o en una posada», pero reclama en la justicia el resarcimiento que recibieron otros pobladores, ya que hizo su vida aquí durante más de 20 años. Además, quiere indemnización por un predio que dice tener del otro lado del río y que resultará inundado, y por el mercado de pasajeros que perderá como taxista.
Cuando exista el embalse, el garimpo sólo se podrá sostener con nuevas tecnologías y dragas más grandes, señaló Luiz Medeiros da Silva, gerente de socioeconomía de ESBR, que coordina programas para compensar a los desalojados y mineros, educación ambiental y proyectos que quedarían como legado para el futuro.
Jirau y Santo Antônio constituyen innovaciones en Brasil. Sus turbinas bulbo exigen poca caída de agua para funcionar y, por tanto, embalses menores. Jirau inundará 258 kilómetros cuadrados, una superficie pequeña comparada con represas similares, pues tendrá una capacidad de generar entre 3.300 y 3.750 megavatios. Los desalojos rurales implicaron sólo 316 procesos, por la baja densidad de población. La mayoría optó por indemnizaciones, mientras 30 reclamaron el reasentamiento. La central Foz do Chapecó, que inundó 79,2 kilómetros cuadrados en el sur del país, implicó el desplazamiento de casi 2.500 familias, comparó Anderson Imolesi, encargado de reasentamiento rural de Jirau.
En su opinión, los asistidos se pueden considerar privilegiados.
Además de una casa en Nueva Mutum, cada grupo familiar obtuvo un predio de 15 hectáreas para sembrar y una reserva forestal de 60 hectáreas de donde pueden extraer frutas, cumpliendo una exigencia legal.*****FIN*****