09 - noviembre - 2024

Realizar Plenamente el Concilio Vaticano II

Intervención del P. José Aldunate en el Coloquio a 50 años del Concilio Vaticano II, celebrado en la Casa Central de la PUC en julio de 2011. Tomado de reflexionyliberacion.cl

Agradezco a la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica esta invitación tan significativa. La FEUC, ahí está la juventud de la UC, esa juventud que es la esperanza y que con tanto acierto y tanta actitud aquí nos ha planteado este problema del Concilio y su actualidad. Yo tendría que tener siquiera un papelito aquí para dar seriedad y solemnidad a una exposición sobre el concilio y su alcance hoy día pero como ese papelito ni siquiera puede engañar al publico, lo dejamos de lado.

Agradezco este tema que para mi resulta muy interesante, muy profundo, muy decisivo precisamente el mensaje que yo quisiera comunicar en forma muy sencilla pero clara es de la actualidad que tiene para nosotros este Concilio, son 50 años que han pasado pero yo diría tal vez providencialmente se presenta este aniversario como una ocasión de renovar la línea del Vaticano II, toda crisis tiene también el carácter de oportunidad, yo creo que la crisis actual de la Iglesia es también una oportunidad de realización de lo que no pudo realizarse plenamente hace 50 años, pero el mundo ha cambiado y las ocasiones que aparecen tan trágicas en la cuales la Iglesia se encuentra hoy en día pueden bien ser una ocasión propicia para que el mensaje del concilio vaticano se realice o continúe realizándose hoy en día.

Este año el 8 de diciembre recordaremos los 50 años en que Juan XXIII proclamó, o llamó a iniciar el Concilio en que simbólicamente no sé si lo hizo o no lo hizo pero simbólicamente abrió las puertas y ventanas del Vaticano para que entrara el aire, la modernidad, el aggiornamento. Porque precisamente la Iglesia se renueva poniéndose al día. Las fallas que ha tenido la Iglesia han sido quedarse atrás, no realizar lo que el Concilio quiso inaugurar en esos años, el Concilio que quería hacer una actualización de la Iglesia tomó otros rumbos, tal ves el Papa Juan Pablo II estaba en otra onda, no exactamente la del Concilio. Hizo un gran apostolado pero estaba pendiente de otras situaciones que tenía en ese tiempo en su patria que era Polonia, con una situación de guerra y crisis en el mundo e impidió entonces que el Concilio realizara plenamente su cometido.

La Iglesia necesitaba un Concilio. Hacia mucho tiempo que el Concilio anterior el que pudo realizarse plenamente, que fue el Concilio de Trento, había pasado a la historia, la Iglesia hace tiempo había salido de la edad media, una aurora se presentaba con un gran desafío y ese desafío pedía que la Iglesia renovara a fondo su estructura. Yo creo que la crisis actual en que algunos se han fijado solamente en lo que yo considero un síntoma que es la pedofilia, esta no es más que un síntoma, claramente es algo serio, pero no va al fondo, lo que va a fondo es un cambio más estructural, más radical y eso es lo que estamos llamados a implementar. Lo que sobre todo la juventud actual católica está llamada a implementar. Lo que me inspira también esperanza y gozo, es la actitud de la Feuc que está bien expresada en las palabras de nuestro amigo Pedro Pablo.

Que es lo que el Vaticano II nos inculcó de más radical en lo cual todavía queda mucho que hacer; el Vaticano II habló en primer lugar a la jerarquía de la Iglesia y a los sacerdotes y pidió una actitud de servicio a la jerarquía que era la que tenía en sus manos la autoridad de la Iglesia. Pidió que fuera servidora. La segunda petición que hizo el Concilio fue al mundo de los fieles, al mundo laical; que fueran activos y responsables miembros de la Iglesia. El Concilio pide a los primeros, a los sacerdotes y toda su jerarquía desde el Papa, los obispos y el clero, que fueran servidores. Jesús nos enseñó y nos dio ejemplo de lo que es servir, servir de verás.

La Iglesia no es una democracia, tiene una jerarquía, la autoridad está instituida por el Señor, pero es una jerarquía muy especial, no tiene nada que ver con los poderes civiles, con el estilo de dominación de las otras instituciones. Es una jerarquía de servicio, y esa jerarquía hay que descubrirla, hay que realizarla, es esa la que ha de renovar la Iglesia. Pero la renovación pide otra cosa; que los laicos dejen de ser simples cumplidores de la ley, simples escuchas de la palabra, simples obedientes, pidió que pasen a hacer miembros plenos, adultos, responsables, que tomen la iniciativa como les corresponde a ellos para que esta Iglesia responda plenamente a la actualidad, a los tiempos, a que quede totalmente aggiornada.

Esos son los dos cambios radicales. Con esos dos ya tendríamos otra visión, otra estructura, otra realidad en nuestra Iglesia. Un servicio de parte de la autoridad y una responsabilidad de parte de los miembros del pueblo de Dios. Lo que ha pasado ha sido un poco lo que pasa en tantos hogares, en que creciendo los niños los padres todavía no se dan cuenta que el niño ya no es un niño, sino un adulto y no cambia de actitud y quiere mantenerlos como en una situación de niñez. A la Iglesia le cuesta tal ves darse cuenta que los niños ya han crecido, son adultos, hombres profesionales, competentes en su campo y que este campo es el campo de la Iglesia, no es la sacristía solamente, sino el campo del mundo donde hay que transformar las estructuras y crear justicia y equidad, fundar profundamente la paz en un mundo que no puede vivir sino en un mundo de paz, realizar ese bien común que está en la naturaleza que no está simplemente en lo económico, que es simplemente un medio pero que está en la humanidad que ha de
llegar a ser fraternal; la familia de Dios en la tierra.

A eso nos llama la Iglesia, a esos nos llama la juventud, esa es la meta que me parece podríamos renovar con ocasión de estos 50 años. Por qué no convertir estos años que nos esperan, estos años próximos en realización de ese Vaticano, en plantear los problemas de fondo de la Iglesia como lo hicieron un grupo de jóvenes laicos que redactaron una Carta que es una maravilla de reflexión y de ponderación en que hay también caminos indicados por los cuales la juventud da las primeras señales de madurez y responsabilidad.

Termino aquí augurando todo éxito en esta iniciativa, no se si nos tocará a los viejos ver la realización de lo que a puesto el Vaticano II en germen. Pero, ciertamente, ya es tiempo para que la juventud con su dinamismo llegue a esa realización que todos anhelamos. Que así sea.

Intervención del P. José Aldunate, SJ en el Coloquio a 50 años del Concilio Vaticano II, celebrado en la Casa Central de la PUC y publicada en la Edición Especial de revista “Reflexión y Liberación” Nº 90, julio de 2011.

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