Santiago de Chile, 11 de Enero 2011. (Radio del Mar). La información publicada en el día de hoy sobre la exitosa diligencia llevada a cabo por la PDI-Policía de Investigaciones de Ñuñoa y que permitió confiscar 2000 libros falsificados en la calle San Diego con un total de 18 detenidos, más que un motivo de alegría, debiera ser un llamado de atención.
Estamos seguros de que nadie quiere que los autores, escritores o músicos según sea el caso, se vean perjudicados en su derecho a percibir lo que les corresponde por su creación intelectual, pero es por todos sabido que las verdaderas ganancias van a editoriales e intermediarios que son quienes verdaderamente lucran con el inalcanzable precio de los libros y discos que se venden en el mercado formal. Chile no puede enorgullecerse de tener los libros y discos más caros de Latinoamérica y para darse cuenta sólo es necesario llegar hasta la cercana Mendoza, sin mencionar Buenos Aires, para comprobar que las mismas publicaciones se encuentran a menos de la mital de su valor chileno.
Todos quedamos sorprendidos por la calidad y variedad de las librerías argentinas y de lo que se encuentra en sus negocios disqueros y como los ciudadanos de ese país llegan a sorprender por la forma en que han incorporado la lectura a su desarrollo personal.
Pero estamos inmersos en una realidad en que nos sentimos orgullosos de los autos y los televisores de plasma que se venden en el mercado, pero no conocemos que pasa con los libros y discos. Es imposible pensar que los pensionados, los estudiantes, quienes viven del salario mínimo y tantos otros que en total suman millones de compatriotas puedan destinar una pequeña parte de su presupuesto familiar a la superación personal, a leer o a escuchar la música que desean. Simplemente no alcanza y por eso continúa siendo privilegio de unos pocos el tener acceso a esos productos que en los países desarrollados son considerados de primera necesidad.
Con un Ministerio de Cultura preocupado de lujosos festivales y un Ministerio de Educación que elimina la historia de sus programas escolares, esto no parece tener solución en el corto plazo, además se hace cierto el viejo refrán de que «un pueblo inculto es más fácil de manipular».*****FIN*****
