—¿Quién eres?
—La Muerte.
—¿Y a qué has venido?
—Hace tiempo que camino a tu lado. ¿Estás preparado?
—El espíritu es fuerte pero la carne es débil.
La Muerte levanta su capa y está a punto de tapar el cuerpo del hidalgo Antonius Brock.
—Espera un momento. Juguemos una partida de ajedrez.
—Soy un gran jugador, le dice La Muerte.
Antonius Brock escoge dos piezas de distinto color, y se las ofrece a La Muerte, una en cada mano y con los puños cerrados. La Muerte se queda con las piezas negras.
«El séptimo sello» (1957), de Ingmar Bergman
El existencialismo en imágenes de Ingmar Bergman -central en la cultura y las artes de los nórdicos- se vincula con el existencialismo del filósofo danés Sören Kierkegaard. La melancolía como referente fundamental de la existencia estética. La cofradía de los enterrados en vida. El más desdichado y el más melancólico. El mundo que envejece, aumenta la disolución y la ruina. El fin del mundo. La tristeza y la acidia.
Melancolía es también el film del danés Lars von Trier, una ficción apocalíptica de fatalismo y depresión, que comienza con una eminente y bella colisión en la que la tierra será absorbida por un planeta llamado Melancolía.
Son estos temas también presentes en los recientes poemas del sueco Clemens Altgård, poeta, crítico, dramaturgo y traductor.
Ingmar Bergman nació en Uppsala el año 1918. El filósofo existencialista Kierkegaard nació en la Plaza Nytorv de Copenhague, en 1813. El poeta Clemens Altgård nació no lejos de allí, en Laholm, en Escania, en 1959. Y ha vivido casi toda su vida en Malmô. Clemens Altgård,, creador de la mítica y juvenil La Pandilla de Malmö, ha publicado ahora, después de 20 años, un nuevo libro de poemas, titulado Odöd. No-muerto.
Su universo es caduco y tedioso y sinrazón. La llovizna -cita a Tarkovski-, y su forma es negar la relación con lo real o relacionarse con él de manera estética, sin sucumbir ante el señuelo de los ideales. ¿Culpable? ¿No Culpable: el No-yo, lo sensible. La ironía corrosiva en oposición del orden, de la sistematización de la existencia. El corazón del spleen y lo fragmentario como un modo de contar.
Clemens Altgård escribe sobre la desilusión de la vida cotidiana, y la conformidad de la misma. No está muerto, pero tal vez no del todo vivo. Entre los papeles, la lluvia, las deudas, y la sinrazón, esos pequeños pasajes de los que se compone la vida y que no tienen valor o no vale la pena vivir.
Una conversación:
Una habitación, una mesa.
y un par de sillas, dos
personas, tal vez un florero,
bastan como instrucciones escénicas.
No es la muerte suave y la vida dura …
Especulamos
como si fuera el mercado de valores.
Y cada fe es una auto negación
(Tal como dijo Nietzsche en el Anticristo)
Bueno, entonces quizá sea hora de
encolar los modelos de construcción.
Con un par de alas en la mano izquierda
y en el firme puño derecho
algo que más parece una tortuga
metido uno en líos, por así decirlo.
Los papeles en el cajón del escritorio
no se quejan, y los problemas
se ven bien como gráficos de barras
mientras el día persigue la próxima mañana.
Es lo más parecido a un film animado
titilando en el interior del cerebro
donde las hojas de los viejos dioses de los meses
caen,en la grava, dando tumbos
con las descoloridas ninfas del calendario.
Sombras se apresuran sobre el papel
partículas de polvo caen
de tus pestañas,
filtradas a través de la luz, en mis palabras.
Tal vez la muerte sigue siendo suave a pesar de todo,
entre fragmentos y otros desechos.
Descomposición:
¿Quién te oye respirar
cuando la habitación se ensancha
alrededor de la medianoche?
Notas dispersas
En papeles y blocks:
Ametralladora como signo
de una época.
Pájaro carpintero como símbolo
De la irritación irracional.
Algunos pantanos, enebros y plazas
como punto de partida de
un drama con vagabundos.
Un escape a la soledad
y un regreso
como cuando uno sale de la tina
aproximadamente
y la suciedad se adhiere.
Entonces resulta así
(aproximadamente):
Ningún día está enraizado
y la víctima no huye
sino es atraída magnéticamente
hasta el punto donde el peligro es mayor.
Casi todos pueden ver la bola de fuego
casi todos pueden puede ver el ala cayendo.
Todos excepto aquel cuyo cráneo está amenazado.
Pero no se debe tomar
personalmente – la descomposición
que vive en lunes, martes
etcétera – siete años de mala suerte
se dice que significa.
Es casi hermosa
cuando se ve a distancia.
Sí, realmente von oben (desde arriba)
en forma de cristales de nieve contra
un espacio oscureciéndose
como un retrato de la poeta Karin Boye
con los ojos amarillos brillantes
y el cabello azul.
Bajo suave rocío
Finalizado el invierno más largo en años
la gente camina con paraguas.
Acaso no les gusten las gotitas de agua.
Acaso los paraguas
sólo son una protección
de una amenaza imaginaria,
como silos portadores desean
esconderse
de los contrasentidos de sus vidas
o de un ojo
espía.
A mí me da lo mismo,
agradecido de que otro día
se encienda, aunque débilmente.
La luz flota sobre la materia
así el día sea una aboveda
sobre flores secas,
cuadros de ajedrez, pisos de piedra
y techos de automóvil.
Así pronto las partículas de polvo
brillarán una vez más.
El verdadero resplandor blanco.
Es ciertamente solo lo que ciertos llaman
Arte y Poesía.
Parece como si el mismo aire
deseara ocultarse.
Paradojas de la vida:
Ojo de nube.
Ojo elástico.
Vigila en el alto cielo.
Tengo un día parecido de nuevo.
Gracias por otro día.
Brilla, débilmente.
La luz se cuela a través de la calefacción central.
Es tan popular hoy en día:
Flores secas,
cuadriculado, el nuevo negro.
Real representación blanca.
La hoja donde se escribe una poesía
que se imprime.
Clemens Altgård en su ciudad, Malmö
Texto y traducción Omar Pérez Santiago