Este verdadero de festival de cohecho, facturas ideológicamente falsas y fraudes al fisco, entre otros casos, crea las condiciones para que la comunidad de la región sospeche que en la aprobación del proyecto en Penco-Lirquén hubo algo más que decisiones técnicas.
Por: Eduardo Tarifeño Silva, Biólogo Marino, Ph.D. Miembro Titular del Consejo Nacional de Pesca.
Concepción, 13 de julio de 2016.
En la semana pasada, en la Región del Biobío se conoció la decisión de la Comisión de Evaluación Ambiental de aprobar la propuesta presentada Biobíogenera (ex Octupus) para construcción de un terminal de gas natural licuado (GNL) frente a la localidad de Lirquen, dentro de la Bahía de Concepción para la recepción de gas licuado y proceder a gasificarlo para enviarlo a través de un ducto marino en su inicio y posteriormente enterrado hacia la localidad de Bulnes, donde se construirá una central de generación eléctrica abastecida por el gas licuado enviados desde Lirquén. Esta decisión de la Comisión de Evaluación Ambiental de la Región del Biobío ha sido enérgicamente rechazada por varias organizaciones sociales representativas de las comunidades de Lirquén y Penco, como también de los propios Alcaldes de las comunas afectadas.
Sin embargo, dos solicitudes similares están en evaluación (Proyecto Gas Natural Licuado Talcahuano) en el sector del humedal de Rocuant, muy cerca del sector El Morro, en Talcahuano, y el proyecto de Engie Energía Chile que pretende operar una termoeléctrica en el sector de Pemuco.
No hay dudas que esos tres proyectos energéticos incrementarán la fuerte presión ambiental sobre los ecosistemas costeros y marinos de la Bahía de Concepción, que lentamente se está transformando en una zona de sacrifico ambiental, como sucede con la Bahía de Quintero, en la V Región.
Una rápida mirada de los diversos usos de su borde costero y marino adyacente indica que estas áreas existen conglomerados urbanos (Talcahuano, Hualpén, Lirquén, Penco, Tomé, Isla Quiriquina) y una serie de caletas de pescadores artesanales de larga data, incluso precolombinas. Además, está la Base Naval y el astillero ASMAR que ocupa una parte importante del borde costero en el sector oeste de la bahía, junto con el Puerto de Talcahuano que además del movimiento de carga también recibe y opera actividades pesqueras industriales y artesanales. En los terrenos costeros adyacentes a la desembocadura del canal El Morro, con gran riesgo de destrucción por los maremotos, como fue dramáticamente comprobado en Febrero de 2010, hay plantas conserveras y de congelados que procesan la materia prima de varias empresas pesqueras.
En el sector sur de la bahía está la desembocadura del río Andalién que aporta con aguas, especialmente en invierno, desde el interior del secano costero del área de Florida. Mientras que al este de la desembocadura del Andalién, está el complejo industrial de Vidrios Lirquén y el Puerto de Lirquén. Más hacia el norte de la costa este de la bahía, está el Puerto Pesquero de Tomé y la desembocadura del estero Bellavista.
Además, existen en el interior de la bahía dos emisarios submarinos (Penco-Lirquén y Tomé) que vierten abundantes aguas servidas sólo pretratadas provenientes de los sistemas de alcantarillados sanitarios de Concepción, Penco y Tomé que aportan importantes volúmenes de nutrientes (nitrógeno, fósforo) de origen humano al ecosistema marino de la bahía, junto con varios productos con acción de disrupción hormonal.
Resumiendo, el ambiente marino costero de la Bahía de Concepción soporta un gran impacto permanente y creciente de tipo urbano, industrial, pesquero, sanitario, agrícola, portuario y logístico.
¡Qué lejano están los días cuando los primeros navegantes que entraron a esta bahía, como el italiano Pastenes, el inglés Fitz-Roy y el científico Darwin describían en sus bitácoras de viaje el bello paisaje marino que encontraban y sus deseos de recalar por más tiempo para disfrutar de este verdadero paraíso terrenal!
La propuesta de la construcción y operación de terminales para la gasificación de gas licuado importado dentro de sus costas (sectores Lirquén y Rocuant) viene aumentar aún más la excesiva demanda sobre la capacidad de carga ambiental que ya soporta la bahía. El terminal frente a Lirquén tendrá una fuerte connotación visual al estar ubicado en el medio en la bahía, entre Lirquén y la Isla Quiriquina. Su asentamiento en los fondos marinos y las áreas marinas de servicios que requerirán sus operaciones significan una notable reducción de los espacios para la pesca artesanal y extracción de recurso bentónicos. Además, la instalación de un ducto submarino para sacar el gas desde la planta de gasificación creará áreas de embancamientos costeros al impedir el libre desplazamiento de los sedimentos arenosos debido a las corrientes de mareas y de deriva costera que cambian de acuerdo a la intensidad del oleaje y altura de mareas. En estos fondos de arenas y rocas, existen importante bancos de bivalvos marinos (machas, huepo, almejas, cholgas, choro araucano) que son explotados por los buzos artesanales del sector y praderas de algas explotadas por recolectores de orilla.
Los argumentos que se entregan para justificar estos terminales son que serán un aporte a la diversificación de la matriz energética, pero cabe la sana duda si la energía generada en la futuras termoeléctricas será realmente distribuida en la región o alimentará al insaciable sistema interconectado que lleva la electricidad a lo largo de todo el país, especialmente a la alta demanda eléctrica de los complejos mineros del norte de Chile. Corresponde preguntar entonces: ¿Recibirán los habitantes de la región una electricidad más barata o subvencionada que les permita cambiar sus contaminantes sistemas de calefacción a leña o carbón por sistema oleoeléctricos ambientalmente más sanos y efectivos?¿Por qué sólo se piensa en reducir los costos de producción industrial? ¿Qué pasa con la calidad de vida de las comunidades afectadas?
Otro argumento que se entrega como justificación para aprobar estos proyectos, son los puestos de trabajos que supuestamente generarán. Por lo general, estos sistemas industriales son altamente industrializados y automatizados, por lo que generan pocos puestos de trabajos. Cuando más, el aumento en la demanda de trabajadores ocurre en la fase de construcción, pero muchos de ellos deben ser calificados en este tipo de obras. Es decir, no son permanentes sino que temporales. Por otra parte, la relación entre los montos de las inversiones y los puestos de trabajo que tendrán en la fase de plena operación indica una muy baja relación de oportunidades laborales. Por ejemplo, la termoeléctrica Central “Las Arcillas” que operaría en Pemuco, con un monto de US $480 millones, sólo representa 50 puestos de trabajo.
Por último, no se debe olvidar que la constitución actual privilegia el derecho a vivir en un ambiente libre de contaminación, dentro de las cuales se consideran los aspectos paisajísticos y calidad de vida que por general no son considerados en los estudios de evaluación ambiental presentada por las empresas. En este punto, vale preguntar quienes son los inversionistas que están detrás de esto proyectos ¿Viven en la zona?¿Recibirán ellos también los impactos negativos de estas obras?¿O sólo están interesados en maximizar sus ganancias que por lo general están relación directa con el monto de sus inversiones?¿Por qué las autoridades regionales, todas nombradas por sus antecedentes más políticos que técnicos, no escucharon los planteamientos de las comunidades?
En este verdadero de festival que estamos viviendo de cohecho, facturas ideológicamente falsas, fraudes al fisco, y declaraciones de impuestos incompletas que deben ser posteriormente actualizada para no ser sujeto de demandas por el Servicio de Impuestos Internos que ocurren en todos los sectores ideológicos y las próximas contiendas electorales, crean las condiciones para que la comunidad de la región sospeche que en la aprobación del proyecto en Penco-Lirquén hubo algo más que decisiones técnicas.