El plan de negocios adoptados por la salmoneras, otrora ejemplo de crecimiento empresarial, hoy está totalmente puesto en dudas por los indudables impactos negativos que tiene para el ecosistema marino. Surge entonces la pregunta si es válido o no como política ambiental del Estado Chileno, seguir expandiendo modelos de explotación de los ambientes marinos que han demostrado todas su falencias de contaminación, al intervenir áreas de gran valor ecológico con centros de producción con alta densidad de cultivo de salmones, tráfico naviero de apoyo logístico y asentamientos humanos con bajo control de emisiones y residuos.
Por: Dr. Eduardo Tarifeño Silva, Biólogo Marino, Ph.D.
Miembro Titular del Consejo Nacional de Pesca nominado por el Sr. Presidente.
18 de agosto de 2016.
En abril pasado, la Subsecretaría de Pesca decretó 35 nuevas Áreas Aptas para la Acuicultura (AAA) en la zona de Aysén, dentro de la Reserva Nacional Las Guaitecas, lo que permitiría la instalación de centros de cultivos de salmones dentro de esta zona protegida del litoral nacional.
Además de los cuestionamiento de diversas organizaciones por el no cumplimiento de algunos procedimientos legales y técnicos que deben cumplirse para la legalidad de estas resoluciones, cabe hacer mención del impacto que las futuras actividades de las salmoneras tendrán en ecosistema marino de la Reserva Nacional Las Guaitecas, uno de los últimos sectores del borde costero chileno que aún mantiene sus condiciones ambientales libres de la acción antropogénica.
La Reserva Nacional Las Guaitecas fue creada tempranamente en 1938, antes que seestableciera la institucionalidad ambiental vigente, formando parte del Archipiélagos de Los Chonos (Región de Aysén) debido a que presenta una relevante biodiversidad marina y terrestre que justifican con creces no solo su conservación sino que su total preservación.
El plan de negocios adoptados por la salmoneras, otrora ejemplo de crecimiento empresarial, hoy está totalmente puesto en dudas por los indudables impactos negativos que tiene para el ecosistema marino. Surge entonces la pregunta si es válido o no como política ambiental del Estado Chileno, seguir expandiendo modelos de explotación de los ambientes marinos que han demostrado todas su falencias de contaminación, al intervenir áreas de gran valor ecológico con centros de producción con alta densidad de cultivo de salmones, tráfico naviero de apoyo logístico y asentamientos humanos con bajo control de emisiones y residuos. No debe olvidarse que los salmones por su alta activad metabólica son verdaderas máquinas biológicas que aportarán permanentemente nutrientes eutrofizantes (nitrógeno y fósforo) al medio marino, alterando los delicados balances naturales del ciclo de nutrientes en las bahía, canales y fiordos de esta Reserva Nacional. El Informe Técnico (N° 206/2016) que sustenta la resolución para crear estas nuevas zonas AAA, nada menciona respecto a la capacidad de carga de estos ecosistema, la cual entonces solo estará basada en los planes de producción de las salmoneras que sólo buscan la máxima rentabilidad de las inversiones.
Dentro de las soluciones para enfrentar la crisis que afecta al sector salmonero nacional, se ha mencionado que debido a las limitaciones que se han impuesto a las densidades de los cultivos, se debería permitir ampliar la disponibilidad de las áreas aptas para la acuicultura ocupando nuevas zonas costeras en el litoral nacional, especialmente en la zona sur austral. Es decir, se propone seguir aplicando el mismo modelo de producción que ha demostrado representar un alto costo ambiental negativo. ¿No es suficiente la experiencia del virus ISA y las mareas rojas? ¿Para qué volver a tropezar con la misma piedra? Dentro del mismo sector salmonero hay opiniones que la producción debería ser limitada por el Estado, de modo tal de disminuir los costos ambientales y controlar la oferta para manejar los precios dentro de márgenes rentables en el largo plazo.
Es necesario, entonces, que la institucionalidad ambiental y pesquera establezca a la brevedad criterios de ética ambiental que realmente preserve zonas marinas de alto valor para la biodiversidad, limitando la expansión de las actividades productivas hacia zonas, como la Reserva Nacional Las Guaitecas, que aún son verdaderos patrimonios ambientales en Chile.