09 - noviembre - 2024

¿El último presidente de Estados Unidos?

Hasta ahora, en el continente Americano, el único presidente que recibió un país y entregó dos, fue el general Rafael Urdaneta, último presidente de la Gran Colombia. El 3 de mayo de 1831 Rafael Urdaneta aceptó la separación de la Nueva Granada, y le entregó lo que conocemos ahora como República de Panamá a Domingo Caicedo. Paulina Vargas sugiere que Donald Trump pudiese a su vez ver la separación de California y, eventualmente de los Estados de Oregón y Washington, de la república federal. La última vez que algunos Estados intentaron la secesión… hubo una guerra civil. No hay que desesperar, los ciudadanos yanquis tienen armas de sobra para iniciar una segunda. Queda por precisar que California nunca fue un feudo demócrata… Para el Calexit tendrán que buscar otro pretexto…


california

 

 

Por: Paulina Vargas
Politika, 21 de noviembre de 2016


Horas después de darse a conocer la noticia del arrollador triunfo de Donald Trump en las pasadas elecciones del martes 8 de noviembre, miles de personas salieron a las calles. Desde ese momento, no han dejado de hacerlo.

Habitantes de 25 diferentes ciudades de Estados Unidos se niegan a reconocer al magnate como su presidente, rechazando a la vez la obediencia a cualquier medida que en el futuro sea tomada por éste e incluso llamando a boicotear la ceremonia de investidura, fechada para el 20 de enero de 2017.
Esta oleada de protestas ha dado pie a otro debate: ¿Es posible una secesión en Estados Unidos?

Ya lo pensaron en Texas en 2012, tras la reelección de Barack Obama. En dicha ocasión, sin embargo, las ideas separatistas se difuminaron rápidamente. Hoy, en cambio, otro Estado ha revivido la fiebre de la independencia.

California se encuentra ubicado en la Costa Oeste de Estados Unidos. Junto con sus vecinos Oregon y Washington, forma un bastión demócrata que históricamente ha sido defendido en cada elección. Justamente por eso, California fue uno de los primeros Estados en manifestar su descontento tras la derrota de Hillary Clinton, abriendo la puerta a lo que su población denomina “Calexit”.

El término, derivado del ya conocido “Brexit”, se refiere a los deseos de que California se separe de la Unión Americana y funcione como un Estado independiente. Las voces favorables a esta medida, motivados por lo ocurrido en Gran Bretaña, afirman que California no comparte los mismos valores que el resto de Estados Unidos, y que a su vez no desea seguir subsidiando económicamente a Estados más débiles. Asimismo, plantean que el Estado es perfectamente capaz de marchar solo.

¿Posee California las condiciones para funcionar como un “país”? Las estadísticas indican que sí.

California es el Estado más poderoso de Estados Unidos económicamente hablando, y también el más poblado, con 39 millones de habitantes aproximadamente. Tiene una superficie de 423.971 km2, y un PIB de US$2.3 billones al año. Ello significa que, si consideramos a California como un país, ocuparía el 6º lugar entre las potencias económicas del mundo.

Sumado a lo anterior, el Estado posee una baja tasa de desempleo, población muy diversa, y cuatro puertos principales, junto con ser la cuna del desarrollo tecnológico del país.

Si bien los analistas han afirmado que la posibilidad de que California se separe de la Unión Americana es muy remota, el deseo está más vivo que nunca. El movimiento separatista, incluso ha invitado a sus vecinos, Oregon y Washington, a sumarse al proceso de secesión. Es más, motivados por el decepcionante triunfo de Trump, establecieron la posibilidad de realizar un referéndum el año 2019, apelando al derecho a disolver lazos políticos, consignado en la Declaración de Independencia del país del norte.

¿Será Donald Trump el último presidente de Estados Unidos tal como lo conocemos?

Probablemente no. El descontento de California expresado en sus intenciones separatistas puede ser explicado por una gran frustración electoral ya que, a pesar de ser el Estado más poblado, solo posee 55 votos electorales, que no son considerados decisivos.

Puede que el afán de independencia se diluya en esa frustración electoral por falta de representatividad. O cabe la posibilidad de equivocarnos, tal como sucedió a quienes aseguraban la victoria de Clinton. En este escenario, todo puede esperarse.

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