No se ha alertado lo suficiente que la extensa corrupción empresarial chilena es una enfermedad grave que ha retrasado el crecimiento económico, y ha afectado el comercio y la aplicación justa de la ley. Este hecho es, sin duda, el que ha ocurrido en Chile en la última década. Las coimas de las empresas pesqueras a numerosos políticos, la colusión de las grandes empresas en Chile (los pollos, el papel, las farmacias, el retail, el transporte interurbano, etc , etc) le ha hecho un profundo daño a la economía nacional. La lista de los nombres de los más conocido casos de corrupción en Chile es larga.
Los expertos remarcan claramente que un aspecto clave para comprender el lento crecimiento de la economía , es entender el impacto negativo del extendido fenómeno de la corrupción empresarial. La corrupción fomenta un círculo vicioso, siendo tanto una fuente de rentas ilícitas y de poder, como una herramienta para mantener débiles las instituciones de un país.
El pensamiento económico actual considera que la corrupción es una traba en el camino hacia el crecimiento económico y el desarrollo.
Ya se han hecho muchos estudios empíricos muy serios que demuestran de modo irrefutable que la corrupción perjudica gravemente el crecimiento económico.
La corrupción impide el crecimiento económico al elevar los costos y socava la gestión sostenible del medio ambiente y los recursos naturales, además de agravar la pobreza e incrementar la desigualdad.
La doctora Olga D. Alfonzo Martínez entrega valiosos antecedentes de esos sólidos estudios que demuestran que la corrupción retrasa el crecimiento económico. Para revisar.
Impacto de la corrupción
Por Dra. Olga D. Alfonzo Martínez
Según Dreher, Kotsagiannis y McCorrriston (2009), la corrupción es uno de los principales causantes de un crecimiento económico bajo, distorsiona la inversión, afecta la prestación de servicios públicos y aumenta la desigualdad económica. El Banco Mundial (como se citó en Dreher et al., 2009) ha identificado la corrupción como el mayor obstáculo para el desarrollo económico y social. Li y Wu (2010) establecen que la corrupción tiene tres consecuencias: 1) enriquecer los bolsillos de los oficiales corruptos, ya sean del gobierno o de las empresas, 2) aumentar el ingreso neto de las empresas o individuos que se envuelven en la corrupción y 3) empobrecer las arcas del estado.
Según “Transparency International” (2009) se estima que en países en desarrollo, los políticos y funcionarios gubernamentales corruptos reciben sobornos por un total de entre 20 a 40 millones de dólares al año, lo que equivale a un 20% hasta un 40% de la ayuda oficial recibida. Se expone que casi la mitad de los ejecutivos encuestados informaron que se recurre a vínculos personales y familiares para conseguir contratos públicos en países no pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. El Reporte Global de Corrupción del 2008 (como se citó en Floristeanu, 2010) determinó los costos de corrupción en $50 billones. Un aumento de 1% en el índice de corrupción representa una reducción de 2% en el recaudo de impuestos.
Everhard, Martinez-Vazquez y McNab (2009) realizaron un estudio para determinar el impacto potencial de la corrupción en el desarrollo económico de las economías emergentes. Uno de los hallazgos importantes del estudio establece que la interacción de la corrupción y la inversión pública tienen un impacto negativo en la inversión privada. Esto resulta extremadamente importante porque estudios anteriores han encontrado que la inversión privada es más importante que la inversión pública. Por lo tanto, si se reduce la corrupción en los países, se facilita la inversión privada y como consecuencia se aumenta el crecimiento económico.
Floristeanu (2010) expone que para los países más pobres, el nivel de corrupción puede establecer la diferencia entre la vida y la muerte, cuando el dinero para los hospitales y el agua potable son utilizados para beneficio personal de los políticos corruptos. Según Hakkala, Norback y Svaleryd (2008), la corrupción es generalmente identificada como una barrera para la inversión extranjera directa (IED). La corrupción puede actuar como un impuesto a la inversión y por lo tanto disuade la IED. Floristeanu (2010) establece que la corrupción y la pobre administración gubernamental afectan las reformas, la eficiencia económica y los recaudos contributivos.
Hodgson y Jiang (2007) establecen que la evidencia económica sugiere que los altos niveles de corrupción significativamente reducen la IED, el nivel de intercambio comercial internacional y la proporción del crecimiento económico en los países. Grigor’ev y Ovchinnikov (2009) exponen que la corrupción no solamente retrasa el desarrollo económico sino que retrasa la modernización de un país. Por lo tanto, afectan de forma implícita, el gasto público y el déficit fiscal (Floristeanu, 2010).
Según Henry (2013), cuando la sociedad, en general, percibe la corrupción como un problema, aumenta el interés de la productividad gubernamental. Esto puede explicar, el aumento en interés de la sociedad norteamericana en la productividad gubernamental y la corrupción gubernamental. Ruhl (2011) expone que la literatura reciente ha demostrado que existe una relación fuerte entre los altos niveles de desarrollo económico y la percepción de bajos niveles de corrupción. Se expone que una de las razones para que exista esta relación es que estos países han logrado obtener unos niveles de desarrollo económico altos por lo que han desarrollado una clase media y una sociedad civil fuerte, lo que ayuda a resistir la corrupción en los círculos políticos.
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Fuente: CORRUPCION