Por J.C. Ripper.-
Sebastián Piñera no cumple con uno de los elementos centrales del crecimiento económico, la transparencia. Y el retraso económico que genera es un castigo para el pueblo chileno.
Para no pagar impuestos, los fideicomisos de Piñera e informes económicos están plagados de irregularidades, de cuentas escondidas en paraísos fiscales, de cuentas truchas con sus hijos y sus seis pequeños nietos.
Sus asesores más cercanos, sus ministros, están procesados por corrupción a alta escala, como su ministro Pablo Longueira promotor durante su gobierno de una ley de pesca trucha y ladrona.
Sus amigos empresarios de Penta y SQM están procesados por comprar a políticos corruptos.
Sus amigos empresarios se han coludido en los pollos, el papel, las farmacias, el retail, etc, etc.
En Chile la corrupción va en alza y el crecimiento económico en baja. Una mayor corrupción conduce a un menor crecimiento económico. La corrupción y la colusión trae consecuencias negativas para el pueblo chileno. Pocas empresas están dispuestas a arriesgar su capital en un entorno de corrupción generalizada. La corrupción alimenta además la economía informal y reduce la capacidad del Estado para financiar políticas públicas que alivien la pobreza. La corrupción impide el crecimiento económico al elevar los costos y socava la gestión sostenible del medio ambiente y los recursos naturales. Asimismo, la corrupción agrava la pobreza e incrementa la desigualdad.
Para tener fe en el crecimiento económico hay que tener fe en virtudes que Piñera no tiene. Hay que creer en las virtudes del mercado y la competencia y no promover la colusión y el arreglín. Hay que creer en la moral de la empresa y su genio inventivo, y no jugar con las cartas tapadas como Piñera. Hay que promover la horizontalidad del mundo del trabajo y no vivir en despachos suntuosos como Piñera. Hay que tener una cafetería única para todos, nada de coches secretos, ni plazas de estacionamientos privados. Hay que tener valores que Piñera no respeta como la lealtad y la honradez. En una economía sana, los problemas no deben ser ocultados, sino expuestos y negociados. En una economía sana las recompensas en dinero están en función de la calidad de la producción. Los reclutamientos y promociones no se hacen de acuerdo a intereses familiares como Piñera. La riqueza debe ser mérito del trabajo y la movilización de la inteligencia, y no eternos chanchullos como el codicioso Piñera.
Chile tiene un caída del crecimiento desde que se han destapados todos estos casos de amplia corrupción y colusión empresarial, de la cual el plutócrata Piñera es encubridor, desde que él llegó al gobierno rodeados de sujetos con conflictos de intereses.
Piñera promueve la delincuencia empresarial organizada, como la colusión y el cohecho y retrasa el desarrollo económico.
