En cualquier caso, debe haber un monitoreo permanente de los peces y de la pesca en las áreas de cultivo del salmón y en sitios de referencia o control (sin centros salmonicultores) para mantener un registro continuo de la situación y posibles impactos de la actividad y poder mitigar y remediar a tiempo.
Por: Doris Soto, PhD en ecología y es investigadora senior del Centro Interdisciplinario para la Investigación Acuícola (INCAR). 18 de julio de 2018
“Hace veintidós años, con un equipo de científicos y estudiantes de la Universidad Austral de Chile (UACh) en Puerto Montt, llevamos acaso el estudio más extenso para monitorear y seguir el destino de los peces escapados desde balsas flotantes en el ambiente marino que se haya realizado (creo que a nivel global). Hicimos esto a través de un proyecto de investigación financiado por el Fondo de Investigación Pesquera (FIP 95-31) después de los escapes masivos de salmón que tuvieron lugar después de eventos climáticos relevantes durante 1994 y 1995. El informe científico está disponible en el sitio web del FIPA y el documento fue publicado en Ecological Monographs: https://esajournals.onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1890/1051-0761%282001%29011%5B1750%3AESITIS%5D2.0.CO%3B2
En ese estudio estimamos que aproximadamente 4 millones de salmones escaparon durante 1994-95. Seguimos a los salmones escapados trabajando en cooperación con pescadores artesanales en seis localidades de pesca artesanal en las regiones de Los Lagos y de Aysén durante un año (trece muestreos en total).
En ese momento, la producción era más o menos uniforme entre la trucha arcoíris, el salmón coho y el salmón Atlántico y las escapes también eran proporcionales. Después de los escapes, los pescadores capturaron salmón de manera muy eficiente y estimamos que la mayoría de los peces escapados fueron capturados dentro de los ocho meses posteriores al inicio del estudio. Una de nuestras predicciones (basada en los resultados del estudio) fue que el salmón Atlántico era menos propenso a establecer poblaciones asilvestradas o convertirse en una amenaza para las especies nativas porque eran capturados fácilmente y no podían sobrevivir y alimentarse bien. Después de 22 años podríamos decir que nuestra predicción fue probablemente correcta al menos hasta ahora, porque no hay informes científicos de poblaciones silvestres (una gran diferencia con el caso del salmón Chinook). Sin embargo, estos hechos no aseguran que el salmón Atlántico no pueda establecer poblaciones silvestres y no nos podemos descuidar, hay que seguir investigando y monitoreando.
Lo mismo está sucediendo ahora. Después de los escapes en isla Huar ha habido muchos botes de pesca y redes de enmalle alrededor del seno de Reloncaví. Mi estimación de lo que veo en Pelluco es que posiblemente las capturas máximas tuvieron lugar una semana después de los escapes. En este momento (doce días después de los escapes) seguimos viendo muchas redes, pero no vemos pescadores capturando ejemplares. Por supuesto, esta puede ser una visión parcial de solo un área del seno de Reloncaví y, por lo tanto, la acción más importante ahora sería diseñar un buen sistema de monitoreo en torno a la pesca artesanal y/o en conjunto con la pesca artesanal para dar seguimiento a esta fuga.
A menudo escuchamos que los pescadores temen por los impactos del salmón en su pesca objetivo, pero hay poca evidencia de impactos reales, ya que normalmente no hay salmones silvestres en el mar (excepto en el caso de un escape masivo como el que hemos experimentado recientemente); si lo hubiera en poblaciones importantes como para tener un impacto, los veríamos también más a menudo en sus capturas. No estoy segura de dónde viene el salmón disponible en los mercados locales (ejemplo Angelmó), pero cuando los examinas normalmente no tienen marcas de redes de enmalle (típico de un salmón pescado con esa técnica, que es la más común).
Como se indicó, en el estudio de investigación mencionado concluimos que los pescadores fueron muy eficientes en la captura de peces escapados y posiblemente sean el mejor seguro para evitar mayores impactos ambientales de una especie potencialmente colonizadora. Sin embargo, para mitigar tales escapes con los pescadores, se requiere que se desarrolle un sistema de transparencia y confianza adecuadas entre la industria del salmón y los pescadores, junto con un control y regulación adecuados por parte del gobierno. Por supuesto, un problema fundamental que debe resolverse es minimizar el uso de pesticidas, productos químicos y antibióticos en la producción de salmón, así como establecer tecnologías que garanticen los tratamientos en sistemas cerrados que se someten a cuidados adicionales y bioseguridad. Estas son responsabilidades fundamentales de la industria.
El monitoreo de la comercialización de los peces también es muy relevante, y para evitar escapes intencionales y robos se podrían utilizar tecnologías innovadoras para reconocer el origen de un salmón vendido en el mercado. En el informe científico de los escapes de 1995, propusimos algunas metodologías, pero hoy en día existen muchas más herramientas (especialmente relacionadas con la genómica) que podrían utilizarse con mayor eficacia. Obviamente se requeriría mayor fiscalización.
En cualquier caso, debe haber un monitoreo permanente de los peces y de la pesca en las áreas de cultivo del salmón y en sitios de referencia o control (sin centros salmonicultores) para mantener un registro continuo de la situación y posibles impactos de la actividad y poder mitigar y remediar a tiempo”.
Descargue aquí el Informe Final FIP 95-31