La historia de la busqueda de Oro en la Patagonia

La Trapananda siempre tuvo un atractivo misterioso. Ese amplio maritorio con un enjambre de islas que no había cartografía que la retratara en su extensión antes del siglo XVI. Toda esta terra incógnita ha guardado desde los albores de la memoria criolla, un mundo incierto: cordilleras, hondonadas, laberintos e islas que se prestan para construir algún imaginario de hallazgos gloriosos.

La Ciudad de los Césares se levanta sobre comentarios de avistamiento de europeos en asentados tras un naufragio en algún paraje Austral.  Ataviados con oro y riquezas viviendo en fortalezas rodeadas de cañones que algunos informantes declaraban haber escuchado los ecos de las tronaduras. Increíblemente un mito que mantiene vigilante la corona española por dos siglos en que se procuran expediciones en búsqueda de la ciudad encantada. Que razones fortalecen esta empresa? Reencontrar los náufragos?  O disuadir la amenaza que significaría un asentamiento desconocido en mares australes. Había un interés geopolítico en estos espacios…o simplemente el oro? El tesoro que corona a toda conquista. De alguna manera, la existencia del oro en la Patagonia se infiltra en la antigua memoria aun sin evidencia empírica antes del siglo XVIII.

Hoy en día se ha encendido el tema tras la posible instalación de mineras que están prospectando cercanías a la Reserva Jeinimeni, Chile Chico, con el impacto multidimensional que conlleva y todo en torno al apetecido oro. Pero desde cuando sabemos de vetas y extracción de oro en Aisén? Si bien la extracción minera se asocia a la zona lacustre: Puerto Cristal, Puerto Sánchez o Guadal el siglo pasado y Chile Chico este tiempo, sólo este último ha tenido extracción de oro principalmente.

Pero hay un oro olvidado, del que poco se menciona y es el oro del litoral. La mención más antigua que he leído corresponde a 1896 en que Hans Steffen se apronta a realizar una expedición al Baker en que requiere cruzar el Ofqui y para eso recluta un grupo de chilotes que bien conocían la zona, en su ir y venir por las faenas de oro ahí desarrolladas. Pero desde cuándo? El destino del producto o poder comprador es algo aun no investigado. Ya entrado el siglo XX pareciera haber un cese de la explotación de esos placeres auríferos, pero aún quedan testimonios de campamentos en otras islas donde habría continuado esa labor, manteniendo un servicio de recorrido que similar a la extracción del ciprés, iban a dejar personas a la isla y en un periodo de tiempo volvían a recoger.

En el informe del sr Carlos Ruiz director del Instituto de investigaciones geológicas, desarrollado para el seminario de desarrollo de la provincia de Aisén 1959,  menciona que en los placeres auríferos de Ipún, Palena, Ofqui, San Quintín en el litoral  había algún grado de explotación minera permanente. También el relato oral recuerda viajes desde Chiloé hasta algunas islas a dejar personas o víveres a los campamentos de “oro de playa” durante mediados del siglo pasado. Se refuerza más aun este paisaje de acción extractiva con el testimonio de resto de construcciones e instalaciones en Isla Ipun por parte de comisiones de servicio de agricultura y pesca en los años 70.

Se desconocen las cifras asociadas a la actividad a la extracción de oro en el litoral. Tal vez porque no se ha desarrollado la historia económica de la región donde se vislumbre una geografía de recursos extraídos a través del tiempo. Estamos llenos de historias de emprendimientos que por distintas razones sucumbieron a los tiempos modernos, pero la ilusión de riqueza, porvenir o simplemente bienestar atraviesa esta región desde pampa a litoral.