Esta marcha no cambiará leyes, ni la constitución pinochetista, no impulsará un tipo de educación laica y no sexista, no obligará a igualdad de salario entre hombres y mujeres, quizás tampoco generara que los niños, adolescentes y hombres aprendan a cocinar, a lavar, a hacer el aseo de las casas, a cambiar los pañales… Pero deja latente en las grandes mayorías que es posible avanzar a esos cambios. El llamado es a luchar en la calle y en todos los espacios de decisiones, porque nada, nunca, los derechos se han logrado por la voluntad de los poderosos.
Editorial Radio del Mar
Deben haber sido unas 300 mil personas, la mayoría mujeres, las que marcharon este 8 de marzo por la principal calle de Santiago de Chile, otras cientos de miles lo hicieron en la mayoría de pueblos y ciudades del país. El motivo: exigir trabajo digno, estable y seguro para todas y todos, un nuevo sistema de seguridad social y de salud, derecho constitucional a una vivienda digna, fin a la violencia política, sexual y económica hacia las mujeres, y por supuesto no más femicidios e impunidad. Además una nueva ley de migración con enfoque de derechos y género y una educación como un derecho social democrático, laico y no sexista.
Esto ocurre en momentos en que las instituciones que han bloqueado todas estas demandas, la iglesia católica, un sector de la clase política apernada en el Parlamento, el gran empresariado y los militares, están siendo investigados por delitos de corrupción y de abuso sexual a niños, en el caso de los curas.
La convocatoria de las organizadoras afirmaba que este viernes 8 de marzo «irrumpiremos en la cotidianidad del país a través de paros, huelga de cuidados, huelga de consumo y jornadas de protesta». A pesar que la ciudad funcionó y no hubo tal masivo paro de actividades, ocurrieron diferentes acciones simbólicas a diferentes horas del día, todo lo cual culminó en la histórica marcha que se inició pasadas las 18 horas en Plaza Italia y que una hora más tarde ya copaba más cerca de 3 kilómetros en la Alameda.
Pero, ¿esta masiva marcha generará cambios?: Sin duda debería elevar la discusión acerca de la necesidad de recuperar, fortalecer y hacer de sentido común los derechos de las mujeres en una sociedad en que las instituciones, la clase política y los medios de comunicación mantienen amarradas leyes conservadoras, imponen una cultura pacata y defienden, quizás ahora más que nunca desde las sombras de los poderes fácticos, el patriarcado y machismo con el cual protegen sus privilegios.
Esta marcha no cambiará leyes, ni la constitución pinochetista, no impulsará un tipo de educación laica y no sexista, no obligará a igualdad de salario entre hombres y mujeres, quizás tampoco generara que los niños, adolescentes y hombres aprendan a cocinar, a lavar, a hacer el aseo de las casas, a cambiar los pañales… Pero deja latente en las grandes mayorías que es posible avanzar a esos cambios. El llamado es a luchar en la calle y en todos los espacios de decisiones, porque nada, nunca, los derechos se han logrado por la voluntad de los poderosos.
Estas marchas de todas maneras llaman a quitar las manos de los ojos para ver que otro mundo está naciendo, en una sociedad enferma y esclavizada por un pequeño pero poderoso grupo de poder. También insta a que nos saquemos los audifonos para escuchar los gritos de las mujeres que mueren abusadas en sus casas, en sus trabajos, en sus lugares de estudio, pero también a escuchar el grito de las que luchan reclamando por esas muertes. Y por supuesto invitan a hacerse parte y quitarse el dedo de la boca y hacerse parte de esos gritos de protesta y lucha.
Fueron 300 mil mujeres en Santiago, otras cientos de miles en todo el país. Debe ser la marcha más masiva de la historia de Chile. Mujeres valientes, mujeres que harán cambiar este país y este mundo.