Tenía un santuario con Estolas tejidas por indígenas. La Opera, la música clásica y sus lecturas lo aterrizaban universalmente a lo que ocurría en el país. Decía que los hermanos Vergara Toledo eran profetas. Su desayuno era marraqueta tostada con mantequilla y té o café. Recibió palos de la policía por denunciar el horror de la dictadura cívico militar de la derecha chilena. Ya ciego, fue acompañado por grandes mujeres que fueron sus ojos. Y dijo que lo más interesante en el siglo 21 era la lucha del pueblo Mapuche.
Por Radiodelmar.cl
Roberto Bolton García, el cura de la población Villa Francia cumple un centenario de presencia en este mundo. Un mes antes se celebró en el templo de esa comunidad cristiana un año más de su muerte terrenal ocurrida el jueves 13 de junio de 2013. Boltón nació el 07 de julio 1919 en el seno de una familia acomodada de Santiago de Chile, donde se codeaba con una elite de oligarcas, comerciantes, latifundistas e industriales, y por supuesto de intelectuales, que en ese entonces vivían en lo que en ese entonces era el Santiago Republicano, lo que ahora es Santiago Centro: Barrio Yungay, Los Heroes, República, La Moneda, Barrio Lastarria.
En la misa que le realizaron a Roberto, que era así como le gustaba que le llamaran, uno de sus entrañables amigos, Mariano Puga, otro de los últimos curas rojos, o curas obreros, o progresistas, según como se le llame, enumeró varias de las obras de Bolton. Obras, desde el punto de vista católico y eclesial.
Puga y Bolton vienen de familias con poder económico, pero también poder intelectual de la primera mitad del siglo pasado, el siglo 20. Conocieron la riqueza, la oligarquía, la clase política, el poder, la forma como se comportan los militares, y por supuesto el manejo de la iglesia católica en Chile y a nivel mundial.
Bolton tenía en su habitación en Villa Francia una foto donde aparece con el Padre Hurtado, otro cura que venía de las clases altas, que trabajó junto a los pobres, los trabajadores y organizaciones sociales. Boltón nunca comentó esa obra del Padre Hurtado, por lo menos nunca se le vio acercarse al Hogar de Cristo que ahora es el símbolo de la movida del dinero por parte de las empresas de la ultraderecha conservadora que han transformado la solidaridad, en una lucrativa institución de la administración de asistencia social.
El cura Bolton fue el primer sacerdote ungido por el Cardenal José María Caro en 1946. Luego en 1961 el cardenal Silva Henríquez le pidió que se hiciera cargo Rector del Seminario Menor de Santiago, el colegio exclusivo de la elite que preparaba a los niños para ser curas. Allí Bolton implemento el primer acercamiento de estos infantes y sus familias a lo que ocurría a nivel internacional en la iglesia, el concilio Vaticano Segundo.
También a petición del gran e histórico Cardenal chileno, Bolton dirigió la modificación del Seminario Mayor, para preparar laicos, más que curas, para trabajar en la implementación del Concilio Vaticano Segundo. Militantes, no curas, era la necesidad de esa gran transformación que estaba ocurriendo en la Iglesia Católica.
En la Misa que se realizó a Roberto Bolton en junio de 2019, Mariano Puga, dijo que el trabajo de Roberto fue la base de las iglesias progresistas en varias partes del mundo, para que el Concilio Vaticano Segundo se haga realidad.
En esa misa en la población Villa Francia, Puga también señaló que Bolton fue uno de los fundadores del grupo: Movimiento Familiar Cristiano en la década del 50 en Chile, que tuvo su origen en un experiencia similar en Uruguay.
Pero eso no es todo. En tiempos de la dictadura cívico militar, este cura obrero fue uno de los fundadores del movimiento contra la Tortura Sebastián Acevedo, un grupo de cristianos y de otras religiones y agnósticos que defendieron los Derechos Humanos y denunciaron el horror de la dictadura cívico militar en Chile.
Terminado el criminal gobierno de los militares y corruptos empresarios, Roberto siguió viviendo en su casa en Villa Francia, donde tenía una rutina admirable. Realizaba sus ejercicios físicos, preparaba el típico desayuno de las poblaciones, pan tostado, margarina, café y leche, todo esto acompañado de su inseparable radiotransmisor, donde escuchaba las noticias, lo que ocurría en Chile y el mundo.
Luego realizaba su trabajo de estudio, sus labores políticas y de acompañamiento a las comunidades en su población, en Santiago o en diferentes lugares donde se discutía la necesidad de un mundo mejor.
Por las noches, Bolton luego de ver el noticiero de Televisión, escuchaba música clásica y recibía a diferentes personas que no necesariamente tenían problemas o soluciones respecto a temas eclesiales. No todo era iglesia. Y entonces se hablaba de comida, de bebidas, de lugares, del sur, de los mapuches, de libros varios y por supuesto de películas de gánster, de ópera y de cosas cotidianas como de la feria, las papas, la cazuela o los ratones. Allí, en ese instante del sentido común, se reía, se conversaba, se bromeaba.
En esa casa, Roberto tenía su santuario, su altar, su lugar de recogimiento, reflexión y búsqueda. Era una pequeña habitación decorada con mantos indígenas. Había una Stola de la iglesia liberadora Latinoamericana y otros símbolos sagrados para él, que representaban el trabajo de curas y laicos que se la jugaron y creían en una “Iglesia de los pobres”, una iglesia liberadora.
A pocos años de terminada oficialmente la Dictadura de Pinochet, Bolton siguió siendo parte de la lucha de los pobladores. Una noche, de fines de marzo, impuso su poder para exigir al intendente de Santiago que retiraran las tanquetas de la policía militarizada que rodeaba la casa de la familia Vergara Toledo. Fue una discusión entre grandes, Castillo Velasco, ya anciano como Roberto, le prometió y cumplió que las tanquetas se retirarían Así ocurrió…
Tiempo después, cuando murio Boltón, objetos patrimoniales que Rafael había dejado a Bolton fueron devueltos a la Familia Vergara Toledo. Esa era la promesa y el vínculo de este cura.
Bolton quedo ciego en su última década. Vivió 12 años así. No se quejó y exigió seguir viviendo en la población Villa Francia donde varias mujeres fueron sus porfiadas, igual que él, fieles lazarillas. En sus cursos sobre BIBLIAS….Margarita leía la biblia y luego Roberto dialogaba con la gente acerca de lo que se escuchaba. Esos eran los cursos en el Centro Diego Medellín y otros lugares de estudio.
Ya en sus últimos días, luego de una conversación en la que Bolton mantenía la lucidez y estaba totalmente informado de los acontecimientos políticos, le preguntaron, que era lo más interesante para él en estos últimos años. Entonces afirmó: lo más novedoso e importante es la lucha del pueblo mapuche…
En la misa que se realizó antes del centenario de Roberto Bolton, Mariano Puga lloró por su amigo y llamó a seguir levantando la obra de este cura. Lloro también por las mafias de dinero y de abuso sexual de la Iglesia Católica..
Son tiempos complicados para este tipo de instituciones.
¿La iglesia liberadora podrá enfrentar esta situación donde el imprescriptible abusos a niños, el abuso de poder, y el despojo histórico de esta institución a los pueblos indígenas sale a relucir?
Habrá que profundizar respecto a como “pasó a mejor vida, este cristiano”, este Roberto Bolton García, el cura de Villa Francia.