20 - septiembre - 2024

El huaso sin imaginación. Por Joaquín Edwards Bello

Joaquín Edwards Bello (1887-1968), escritor y cronista chileno, ya en el año 1943, sostenía que el rodeo chileno era un espectáculo pesado y sin color y había que  perfeccionar y estilizar con imaginación y arte. Eso no ha ocurrido. Y el huaso  sigue maltratando animales sin arte ni imaginación.

RODEO A LA CHILENA

Por Joaquín Edwards Bello. Octubre, 1943

«Señor Edwards :

«Un amigo del Sur me convenció de la necesidad que tenía yo como santiaguino burócrata, de saborear las delicias de la vida campestre, por lo menos en uno de sus aspectos alegóricos, mal es el rodeo a la chilena.

«Yo no conocía un rodeo; lo confieso con cierto rubor. Salimos en dirección a la Quinta Normal, por la parte donde se encuentra la Exposición de Animales. Recuerdo que el nieto que iba en el tranvía preguntó a su papá:

«Porqué hacen la Exposición de Animales, junto con la Semana del Niño?

«El papá no supo que contestar.

«Para llegar a la parte de la Exposición hay que andar como cinco cuadras. Llegamos. La entrada cuesta dieciocho pesos, con derecho a ver el rodeo. No me voy a referir a los animales expuestos, sino al rodeo, que se celebraba en la llamada «medialuna». Las graderías estaban llenas de público y se notaba en las caras bastante entusiasmo. Algunos espectadores compraban cerveza.

«El rodeo en sí mismo como espectáculo me defraudó. Hace tiempo que no veía huasos bien vestidos y montados; he leído en una revista que el traje, completo de huaso, cm sus arreos de montar, sale costando más de diez mil pesos. El rodeo -y basta de rodeos- consiste en el juego de largar unos terneritos por una para para que los huasos los persigan y los atajen. Si no los pueden atajar, entonces vuelven a largarlos. Esto se repite hasta el cansancio y de manera monótona. Le confieso que he visto pocas veces en mi vida un espectáculo más pesado y sin color.

«Uno de los huasos se equivocó y se le fue encima a un ternerito, quebrándole un cuerno. El jurado le dio cinco puntos. No sé cuántos puntos le hubiera dado en caso de que matara al pobre animalito. Desearía que usted, señor cronista, me indicara su opinión.  ¿Ha decaído  la fiesta  o siempre fue así? ¿De qué proviene mi desilusión?

F Nicolls B.”

RESPUESTA:

No ha decaído la fiesta del rodeo. Lo que ocurre es otra cosa: el cine, con sus emocionantes novedades de selección universal, cambió nuestras facultades críticas. Las aguzó y las estilizó, por haberlas habituado pulatinamente a lo óptimo. Las muchedumbres que acuden a los cines constituyen un mundo nuevo, excesivamente saturado de celebridades y de records de todo orden. Esta nueva permeabilidad de las muchedumbres para lo selecto y lo quintaesenciado hace difícil la presentación de lo criollo no evolucionado, ni acomodado a la mayor vibración nerviosa y la curiosidad hiperestesiada. . El cine, en sucesivos records, nos ha mostrado rodeos Californianos, partidas de billar, exhibiciones de tiro al blanco, escenas de doma, juegos de malabaristas y de cuanto pueda imaginar; el más exigente en proezas por el estilo. Actualmente nos llegan impresiones del progreso que hacen los espectáculos nativos de lejanos países apenas civilizados. Ahora bien, lo nativo chileno ha permanecido estático y forzosamente desentona, cansa o molesta. No creo que ganemos mucho con exhibir delante de visitantes extranjeros escenas de vida nacional, antes de haberlas perfeccionado y estilizado. La cueca, el rodeo y las danzas araucanas están buenas como gérmenes de algo superior, aventajado por la imaginación y por el arte.

Ninguna manifestación de vida popular es estática; así, por ejemplo, los famosos  ballets rusos, como las danzas hawaianas y las tahitianas, contienen apenas un porcentaje mínimo de originalidad histórica. Pruebas de vigor y de resistencia, con más belleza, son las carreras de saltos, la Parada Militar de septiembre y el Cuadro Verde de Carabineros.

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