Omar Pérez Santiago, escritor.
No creo anticiparme si digo que las empresas tecnológicas -Amazon, Youtube, Netflix, Spotify o Instagram- parece que ganaron la decisiva batalla cultural.
ARRASAN
La historia es casi vulgar. Sí.
La tendencia venía fuerte. Pero con el maldito coronavirus provocó una curva exponencial. Todos consumen cultura allí.
No creo que viole las normas del énfasis si digo que esas empresas monopólicas ahora se quedan con toda la producción cultural mediante el llamado sistema de contenedores.
Amazon, Youtube, Netflix, Spotify o Instagram no producen la cultura, simplemente la contienen.
Muchos músicos, escritores, fotógrafos y productores de videos regalan sus productos culturales gratuitamente a esos contenedores monopólicos.
¿QUIENES GANAN?
Obvio.
Ganan unos pocos, ganan los dueños de los monopolios de los contenedores digitales.
La mayoría de los creadores no ganan nada y vivirán pobres. Sin ingresos, la mayoría de los creadores serán parias.
Algunos artistas creen ganar algo tan etéreo y sutil, como visibilidad. Alegre como una vaca que cree que ha llegado al pastizal.
¿QUÉ AUGURO?
Auguro que, bajo el actual sistema, la cultura se desmonetizará, lo que en jerga popular significa la miseria masiva de los creadores.
Tampoco creo adelantarme si afirmo que asistiremos al funeral del ecosistema cultural del creador.
No estoy loco si pienso que después de la crisis del coronavirus, cuando salgamos de la madriguera, el ecosistema en que vive el creador, podría ser un vasto desierto, donde solo sobreviven los seres que se arrastran.
Un creador no es nada si un ecosistema cultural.
ARTISTAS ENGAÑADOS
Infelizmente, hay mucha gente con cara de ángeles –rostro trágico pero sereno– que creen que esto no tiene remedio. Encerrados en la ahora cómoda y confortable caverna de Platón (libro VII de la República), viven basados en el engaño. Están con el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza.
Y ahora.
¿QUIÉN NOS SALVARÁ?
Amigos, yo creo que los movimientos culturales verdaderos se salvan solos.
«Rastros de carmín» es un apasionante libro de Greil Marcus, acerca de movimientos culturales y artísticos que dejaron huella y lucharon a contracorriente. Movimientos culturales como el punk, el dadaísmo, el surrealismo, la internacional surrealista. O como los movimientos de la nueva canción chilena o los movimientos del comic chileno de los años 80, Trauko incluido.
¿QUÉ NOS ENSEÑARON LOS MOVIMIENTOS CULTURALES?
Nos enseñaron que no se limitaron a crear, sino que fabricaron nuevos caminos de distribución.
Los movimientos culturales verdaderos crearon sellos, tiendas, salas, radios y listas alternativas. Lugares donde se configuró un mundo nuevo.
CREARON REDES
Fueron innovadores. Sí. Pero no solo en lo formal. Generaron otros modelos de negocio y otras maneras de difundir. Ojo. Especialmente en lo que se refiere a la construcción de redes.
Fueron creativos, pero también crearon modelos de negocio independientes.
Lo hicieron todo más sencillo.
GENIOS
Ahora, amigos genios.
Los nuevos movimientos culturales se venían desarrollando en Chile antes del coronavirus.
Sí.
Debemos continuar. Hay que confiar en las fuerzas propias.
No te desanimes.
La lucha continúa.