24 - noviembre - 2024

Lilia Concha: «Guadalupe Santa Cruz trazó mucho de la identidad literaria de Chile y de su fuerza femenina»

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Con la presencia de su familia, amigos, escritores y artistas es velada hoy lunes, Guadalupe Santa Cruz, en la calle Almirante Simpson 7, de Providencia, la Casa del escritor. También la subsecretaria de Cultura del gobierno de la presidenta Bachelet, Lilia Concha Carreño, que se encuentra fuera del país, envió sus condolencias » mis saludos y fuerza a la familia por tan dolorosa pérdida, y a la SECH trasmito el sentimiento de pérdida para Chile, pues ha partido una pensadora, una mujer que con su obra trazó mucho de la identidad literaria de nuestro país y sobre todo de su fuerza femenina.»

Mañana las  11 horas son los funerales en el Cementerio General. A las 10:30 horas sale cortejo desde la SECH, Almirante Simpson 7 Providencia, Santiago.

La chilena Guadalupe Santa Cruz nació en 1952 en Orange, EE.UU.

Tras el golpe militar, en 1973, fue detenida y expulsada fuera del país. Vivió un exilio de 10 años en Lieja, Bélgica, donde estudió Grabado en la Academia de Bellas Artes y se licenció en Formación de Adultos y Educación Permanente en la Universidad de Lieja. Tras su retorno a Chile, animó talleres de territorialidad con sindicatos y de liderazgo de mujeres con dirigentas sociales, centrados en la oratoria y la construcción de discursos.

Autora de las novelas SALIR (Cuarto Propio, 1989), CITA CAPITAL (Cuarto Propio, 1992), EL CONTAGIO (Cuarto Propio, 1997) y LOS CONVERSOS (LOM, 2001), así como co-autora y co-editora de libros en torno al género y la ciudadanía –Samaritanas, mediadoras y guardianas (Instituto de la Mujer, 1996), A contramano (Instituto de la Mujer, 1997), entre otros–, la ciudad, la memoria y los imaginarios urbanos (Territorios sin medida, Universidad ARCIS, en prensa), así como de numerosos ensayos y artículos en publicaciones culturales y académicas.

En el 2000 y 2001 realizó una muestra plástica, Crujía, instalada en diversos espacios de Santiago.

Fue docente en las Escuelas de Arquitectura, Filosofía y Sociología de la Universidad ARCIS. Y fue becaria del FONDART y del Consejo Nacional del Libro y la Lectura (Chile), de la J. S. Guggenheim Foundation (EE.UU.) y BREC (Canadá).

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LEE

FRAGMENTO DE LA NOVELA “LOS CONVERSOS” (2001), GUADALUPE SANTA CRUZ.

 

La cama

Retiro la ajustada ropa de calle que vestí aquel día de la prueba. La arrojo lejos, prenda por prenda, y me introduzco entre las sábanas con brusquedad. Siento estrecho el cuarto. Mis pies al moverse desarman el cubrecama de motivos infantiles. El catre está arrinconado bajo la ventana, entre el closet y la mesa de las tareas. Todo gira en mi cabeza, me enderezo y corro la cortina, miro la ciudad hacia afuera. La cama donde me hallo sentada se encuentra al otro extremo de las líneas que corren hacia el Centro. La cama en la cual siempre he dormido se ubica en el muro opuesto al escenario donde rendí mi prueba, con las mangas cortas, para el director de la tropa. Lo vio todo. Ahora ve cómo queda pequeña la cama para el cuerpo que actuó ante él, ve que es una esquina en un bloque de este lado de la ciudad y ve que tiemblo, que las temperaturas me impiden dormir. La aguja de sus ojos seguía cada movimiento que yo hacía, tenía temor que yo decayera, se colgaba de mi ademán, de cada postura que yo inventaba. Ve ahora que no sé qué hacer con las alas y el trapecio que me brotan en las tablas, ve que se transforman en este calor que me duele en las axilas, entre las piernas, en la boca, sentada en mi cama de infante mirando la ciudad que se aleja en su propio movimiento. Lara no entiende que la atraviese para subirme al estrado, me retiene con las mangas cortas y la basta que no quiere deshacer, con las monedas que no alcanzan para viajar en metropolitano. El sudor que me cubre no es esa misma transpiración. Deslizo una mano para espantar la humedad de los vellos. No es la que me provocara esa agitación de la larga caminata hasta la sala de teatro, ni la impaciencia por dejar de mimar el miedo que se esperaba de mí y soltar por fin el animal que me tira hacia adelante. Tengo calor de su mirada. Mi animal se asusta de mí, de estar mojada y sola, sin público ni trecho por recorrer para alcanzar un destino. Mi madre y mi animal, mi atrás y mi adelante, se debaten. Mientras es así cierro las cortinas, recuesto la espalda contra la sábana tibia e introduzco bajo el cubrecama una palma que busca la fuente del sudor, el blanco de esa mirada que se pasea aún por mi cuerpo, los reflejos de las líneas de la ciudad que convergen en mí, estos pedazos de piel que junto en la estrecha cama del edificio de mi madre.

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Director de la Sech, Guillermo Martìnez Wilson, firma libro de condolencias
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