Mi hijo Adolfo me dio la noticia. Mi madre lo llamó por teléfono a media mañana para que fuera él quien se ocupara de comunicármelo. «Para ella era difícil decírtelo, papá». Vi en Adolfo una expresión abatida. Me abrazó. Como es más grande que yo, y con sobrepeso, me sentí estrujado y con cierto sofoco. Mi padre muerto. Los detalles de cómo sucedió los obtuve después, no por Adolfo sino por mi madre. La llamé por teléfono apenas él se marchó. Lo que le sucedió a mi padre fue algo previsible. No soportó una de las sesiones de diálisis a las que estaba sometido en los últimos años. Sabíamos que próximo a los noventa estos procedimientos de lavado de sangre le podían causar arritmias cardiacas y, como lo llaman los médicos, una muerte súbita. Eso: muerte súbita. Game Over. Fin de partida. Jaque mate. Frases estúpidas que se te cruzan por la mente porque crees que estás preparado para estas noticias. Mi madre me lo volvió a contar con más detalles. Quise interrumpirle y preguntar por qué no me llamó ella. Por qué le había sido difícil decírmelo. No lo conseguí. Permanecí atento hasta que noté en ella unos titubeos nerviosos que comenzaron a distraerme. Le pedí que se calmara y me repitiera lo que acababa de decir. Escuché el chasquido de su lengua a través del teléfono. Me dijo que una enfermera, que justo iniciaba su trabajo en el centro de diálisis, fue la encargada de quitarle los cables y la cánula a mi padre muerto. Ella empezó a hacerlo como siempre se hace en estos casos. «Le quitó la camisa», precisó mi madre, «y la enfermera gritó como una loca». Yo comprendí lo que había ocurrido. Nadie en ese centro de diálisis se lo había advertido antes a la enfermera nueva. Ella le había quitado la camisa a mi padre y descubrió que él tenía un tercer brazo.
Ricardo Sumalavia
Nació en Lima en 1968. Doctor en Letras por la Universidad de Burdeos. Vivió en Corea del Sur y Francia. Fue responsable de la Colección Underwood y la Colección Orientalia en la Universidad Católica de Lima, donde actualmente es director del Centro de Estudios Orientales.
Ha publicado los libros de cuentos Habitaciones (1993) y Retratos familiares (2001), los libros de microrrelatos Enciclopedia mínima (2004) y Enciclopedia plástica (2016), y las novelas Que la tierra te sea leve (2008), Mientras huya el cuerpo (2012), No somos nosotros (2017) e Historia de un brazo (2019).