A causa de un accidente cerebrovascular, a los 82 años dejó de existir en Buenos Aires la influyente profesora, escritora y ensayista argentina Beatriz Sarlo, autora de una larga lista de significativos libros sobre asuntos predominantemente literarios. Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires (UBA), dio clases de literatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
Hace treinta años, el diario La Época de Chile publicó una reseña de su importante libro Escenas de la vida posmoderna escrita por el escritor chileno Omar Pérez Santiago, que reproducimos aquí.
Malditos Intelectuales. Escenas de la vida posmoderna
Por Omar Pérez-Santiago, Diario la Época, 1994.
Los intelectuales se ponen catetes. Nadie los pesca. Esto los desconcierta y los neurotiza. De tiempo en tiempo, lagrimean en público: «Nadie discute nuestras utopías, snif, snif, sólo el mercado es rey». Se ponen sentimentales, nostálgicos y delirantes como borrachos.
Recordemos: ¿quién era el intelectual tipo? Se creía la vanguardia de la sociedad, la voz de los que no tenían voz. Iría a tocar el cielo. Sentía que sabía más que nosotros. Esa fuente de poder la usaban para latiguear a los ricos y para educar a los pobres. Estuvo en las primeras filas de las revoluciones. Fue asesor de príncipes y dictadores. Hablaba al Pueblo, al Mundo, a la Historia. Creyó que su arte era de vanguardia, que su arte tenía algo que decirnos, aunque no lo entendiéramos. Se creía intérprete de nuestro gusto artístico y cultural. El sí sabía lo que era o no era el arte.
Ahora, sin embargo, mirado en el tiempo, los gestos heroicos del intelectual que se creía santo o profeta son risibles o, más bien, dejan indiferente.
Este tema lo puso sin anestesia Beatriz Sarlo en su libro Escenas de la vida posmoderna (Ariel, 1994). En su libro, Beatriz Sarlo -profesora de literatura, nacida en 1942 en Argentina y directora de la revista Punto de Vista- habla de los intelectuales, el arte y la videocultura en Argentina sin complejos y sin repetir lugares comunes.
El mercado decide hoy lo que es arte o no y mediatiza las disputas entre artistas. Antes, una obra o un autor debía ser aprobado por los miembros del Culturburgo, en largas y a veces odiosas contiendas y guerrillas personales. Hoy puede obtenerse la legitimidad en instituciones más desinteresadas de las perspectivas estéticas. Beatriz Sarlo confiesa que lo que el mercado tenga que decir sobre el arte no es insignificante e intrascendente.
Beatriz Sarlo se pregunta, a la vez, dónde se recomponen los valores en una sociedad relativista y el rol de la actitud crítica frente a la sociedad. Digamos que allí la discusión recién empieza a complicarse. Libro recomendable para intelectuales con cargo de conciencia y sobre todo para esa masa de gente joven trabaja o está interesada en los medios audiovisuales