12 - febrero - 2025

Alfred Hitchcock: El culto a las estrellas de cine satisface una necesidad inherente del público.

¿SON NECESARIAS LAS ESTRELLAS?

Are Stars Necessary? se publicó originalmente en Picturegoer, 18 de diciembre de 1933.

Supongo que, desde el nacimiento del cine, los productores han estado haciendo esta pregunta, y el público, con una insistencia cada vez mayor, responde que sí.

Hay idealistas que piensan que el cine es un arte puro y simple, y que los actores cumplen un papel secundario.

Como productor de cine, sé que el arte debe ser, ante todo, comercialmente popular para que pueda alcanzar el éxito, y que uno de los factores principales que hacen que una película sea comercialmente exitosa es la popularidad de las estrellas.

Se mire como se mire, siempre está el tema de las «estrellas», ya que el análisis de todas las obras de teatro o películas exitosas de muestra que los recibos de la boletería responden a un gran poder de convocatoria y que, si este no corresponde al protagonista, entonces se debe al autor, al productor, al título o hasta al resultado de una explotación eficaz de la producción.

Una producción que sea lo suficientemente llamativa y magnifica como para justificar el estallido de los bombos publicitarios bien podría ser la atracción «estelar», así como también lo puede ser un título muy conocido.

Por ejemplo, un título como «La huelga» probablemente tiene un atractivo taquillero por sí solo. Con todo esto, sólo trato de probar que, para tener éxito en el cine, o incluso en el teatro, es necesario contar con una «estrella» y que, si el imán no es humano, entonces tiene que existir un sustituto.

Creo en el sistema de estrellato porque el cine es un negocios como director, no puedo permitirme perder el dinero que invierte en mi empresa.

El mundo puede quejarse de que a las estrellas de cine se les paga un salario que hace que el sueldo de los ministros de gobierno parezca una propina, pero créanme, cada centavo que reciben le sirve al productor; si no, el productor no lo pagaría.

A las estrellas se les paga de acuerdo con lo que recaudan en la boletería y, si producen £20.000, no se les puede echar la culpa de que reciban un pago acorde.

Maurice Chevalier una vez tuvo un contrato por tres años en el que se estipulaba que ganaría £500 por semana el primer año, £750 el segundo y £1000 por semana el tercer año. Sin embargo, tuvo tanto éxito que a mitad del contrato le subieron el salario de £750 por semana a £2500, y valía cada centavo. En un teatro, se calculó que, «de llenarse», el lugar ganaría £900 por representación. Cuando Chevalier trabajaba aba ahí, hacía doce funciones por semana, todas a sala llena. Así, el teatro ganó £10.000 por semana y, de eso, se le pagaba £5000 a Chevalier. En realidad, todo se trata de la oferta y demanda. El público demanda a sus estrellas y las películas las ofrecen. Cuando el público deje de demandar, entonces las películas dejarán de ofrecer, pero no creo que esto pase todavía; al fin y al cabo, ¿por qué habría de suceder?

Hay una razón psicológica muy buena para el «culto a las estrellas»: satisface una necesidad inherente, y no veo por qué se habría de privar al público de eso. Sé que cínicamente se le llama «sentimentalismo», pero ¿a alguien le importa de verdad cómo se le dice?

Después de todo, ¿no es la emoción artística pura algo que debería de enorgullecernos, en vez de avergonzarnos? Ya de por sí el mundo comercial monótono de gran parte del público tiene poco glamur, ¿por qué se le tendría que reprochar que lo quiera en sus momentos de ocio?

Además, nos estamos olvidando de un hecho bastante importante: una estrella sólo alcanza el estrellato cuando demuestra su valor y capacidad en la pantalla o sobre el escenario.

Los críticos que argumentan que «lo que importa es la obra» y que «lo que cuenta es la buena actuación, no el nombre» parecen olvidar que el «nombre» de la estrella tiene alguna conexión con su actuación.

Las personas que dicen: «Vayamos a ver hoy la película de fulano de tal», dicen eso porque saben que la película «de fulano de tal o su actuación siempre es algo que vale la pena ver, y lo mismo sucede con el teatro.

Esos nombres que ven iluminados en las marquesinas de l teatros y de los cines son todos nombres que han demostrado valon, tanto al productor como al público,

Y, si el público conoce, como yo, la otra cara de la película, esas luchas amargas para alcanzar la fama las desilusiones; el trabajo duro, la pobreza, a la que, a menudo, se le suma el hambre al principio, la valentía, las agallas y la determinación para triunfar, creo que les resientan esas luces eléctricas.

El estrellato no se alcanza fácilmente. Sé que las personas murmuran sobre el poder de la publicidad, pero la publicidad no puede crear algo que no está ahí, y una estrella que solamente sea hija de la publicidad no durará mucho.

Y no creo que la gente piense que el «sistema de estrellato» implique que se descuide la producción en conjunto. Si es así, que pasen un día o dos en los sets para que vean la cantidad infinita de trabajo, labor y paciencia que se invierte en una sola toma, Conozco casos en los que el productor tira £40.000 de trabajo por la borda y comienza todo otra vez desde un ángulo nuevo.

No se puede destruir el sistema de estrellato porque, en el fondo, es el público el que crea y aclama a las estrellas.

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