Omar Pérez Santiago, Isla Hven, junio, 2015
Entrar a la sala de arte de la isla Ven, Vens kulturhus, fue una grata sorpresa. Tuvimos la oportunidad de hablar un rato con dos jóvenes artistas suecas, Mathilda y Maja Franzén, que exponen sus obras sobre las posibilidades de la visión, y los asuntos tecnológicos de la fotografía y del arte.
Maja Franzén tiene 25 años y trabaja con el efecto fosfeno, esas mancha luminosas que se provocan en la retina o corteza visual al frotar los párpados o al estar mucho rato en la oscuridad. Este asunto se ve reflejado en la fotografía, que capta un momento de una cierta realidad. Es la subjetividad absoluta del artista, su lenguaje policromo de luz y forma.
Maja Franzén expone el ejemplo de Evgen Bavcar, un fotógrafo esloveno ciego y su esfuerzo vital y construye desde la negrura impenetrable otro universo infinito, hacia una fuerza seductora de una fotografía y literatura mágica, surrealista de representaciones instantáneas. En este caso el fotógrafo se propone reconstituir una imagen previamente concebida, una ensoñación. “Cada foto que hago he de tenerla perfectamente ordenada en mi cabeza antes de disparar.”
Sentidos y sensibilidad, dos bases de la estética. Ver para modificar y depurar, con la sensibilidad del artista. Es el campo de la filosofía estética y las nuevas variaciones que están teniendo lugar en las llamadas “artes visuales” (la pintura, la escultura, la fotografía).
En esta isla, la hermosa isla de Hven, vivió el astrónomo Tycho Brahe, que registró el primer estudio sobre la SuperNova, una luz que iluminó el cielo durante meses en 1572 y que Brahe creyó que se trataba de una nueva estrella. Brahe era católico y creía que Dios había creado una nueva estrella. Después supimos que no era el nacimiento de una estrella, sino la muerte de una estrella. Brahe miraba el cielo desde su fabuloso centro astronómico, cuyas partes aun se conservan en la isla. Brahe registraba al ojo. Aun no se habían creado los telescopios.
Ahora Mathilda Franzén coloca una reciente foto de la Nasa de los restos o remanentes de esa estrella, la Supernova de Cassiopeia. Remarca ella también la subjetividad de la mirada, la relatividad del movimiento y del tiempo. Desde una visión óptica, lo que se aprecia es la apariencia, la interpretación de lo representado en relación con la atmósfera de conjunto.
El realismo científico no es perceptible absolutamente por medio de la visión retiniana. En la representación artística habría percepción de realismo aunque no exista. Me late que las teorías formalistas, las teorías de Wolfflin, por ejemplo, subyacen en las perspicaces hermanas Franzén.
Apunta hacia el desarrollo interior del arte, que enfatiza la forma representativa o su visibilidad por sobre el contenido de la obra, por sobre la intención del autor o por encima de los factores externos. O, al menos, esos contenidos deben derivarse de la forma.
Vinimos a la Isla de Hven con el poeta Rubén Aguilera a hablar de Tycho Brahe y su cosmovisión. Fuimos enriquecidos con la nueva visión de dos jóvenes artistas suecas, las hermanas Maja y Mathilda Franzén.